Atrás había quedado el fin de semana en su lugar de origen, Rojo nuevamente se encontraba iniciando una de las últimas semanas del año académico. La charla de aquella noche lo había hecho entrar en razón y entender que lo de Marrón no podría ser, porque él jamás se tomó la relación con la misma seriedad que Rojo. Luego de preguntárselo a Violeta, Rojo decidió concertar una última cita con Marrón, para finalizar todo. La muchacha, un poco más centrada que el impulsivo joven le advirtió que tal vez esa reunión reanimara las ganas de que la historia no acabara ahí. Pero Rojo parecía decidido.

Rojo esperó algunos minutos a Marrón frente a uno de los restoranes del campus. Marrón se tardó, al punto de que Rojo creyó que no iría, pero se alivió cuando pudo verlo caminar hacia él desde el Departamento de Idiomas Extranjeros. Tenía una gran sonrisa en el rostro y con su mano derecha saludó a la distancia a Rojo, luego se la extendió para formalizar el saludo. Marrón era un poco más pequeño que Rojo pero se sorprendió de verse un poco más alto que él, hizo un gesto como midiendo la diferencia entre ambos, pero el contrariado muchacho apuntó sus pies, Rojo traía sandalias más bajas que las que usaba habitualmente. Juntos caminaron hasta una banca cerca del jardín de jazmines y pasaron unos cuantos minutos sin decirse nada, y cuando finalmente comenzaron a hablar en ningún momento aludieron a lo sentimental. Rojo pensó que la cita había sido en vano, al parecer todo estaba sellado de antes, cualquier charla era redundar en lo mismo; La historia había acabado porque Marrón nunca lo tomó en serio. Se despidieron como dos buenos amigos y cuando se separaron, al fin, después de todos aquellos días, Rojo sintió un genuino sentimiento de libertad que no se esfumó como los similares que tuvo anteriormente. Al fin había asimilado que marrón no era para él, y si los rumores acerca de él eran ciertos, probablemente no sería para nadie.

Violeta estaba esperándolo en el jardín de rosas, uno de los lugares más hermosos de todo el campus, al ver llegar a su amigo con aires de victoria y una sonrisa en el rostro se alivió, todo hacía ver que los días de tristeza y llanto habían terminado y comenzaba el tiempo de recomenzar, de ver como la historia se escribía y que colores inundarían su trama. Los jóvenes se abrazaron y estuvieron así mucho tiempo, la nena lo apretujó mucho y Rojo tendió a derramar un par de lágrimas, deseando que fueran las últimas que dedicara a su primer mal amor.

El sol comenzó a esconderse en los cerros de la ciudad, dejando un intensísimo color naranjo fuego que se fue haciendo más y más Rojizo… por alguna razón a Rojo se le vino a la mente el fénix, aquel mitológico animal que al igual que el día que acababa, al igual que él mismo, renacía las veces que fuera necesario. Otro día comenzaría y Rojo podría comenzar de cero.