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… ¡ahora! – dijo con una voz autoritaria muy fuerte – ¡sube rápido al carro que me van a alcanzar! –

En ese lugar tan oscuro de la calle no se divisaba ningún vehículo que pudiera lucir sospechoso a varios metros de distancia, sólo unas pocas personas que afanosamente frotaban sus manos para mellar el intenso frío que azotaba a la región.

- ¡Pero si ni siquiera te conozco! – dije sorprendido dando un salto hacia atrás –

- ¡Te digo que me van a alcanzar! – gritó mientras miraba el espejo retrovisor

- ¡¿Quiénes?! ¡Tengo derecho a saberlo! –

- ¡Eso no te importa! ¿ok? – dijo al momento en que abría la puerta - ¡sube ahora antes de que lleguen!

Acto seguido y sin saber bien el porqué subí a ese desgastado vocho azul oscuro me vi dentro de una situación que me marcaría por siempre.

Sin esperar mucho, el auto arrancó como si estuviera a punto de iniciar una carrera contrarreloj.

Su cabello castaño ondulado comenzó a ondearse en medio del espacio vacío que deja la duda, saltando inconsistentemente sobre el respaldo gris maloliente y lleno de agujeros. Sus ojos no se despegaban del frente como si fueran ubicando un espacio dentro de la nada para hacerse de él. Eran bellos, muy bellos.

Después de estar deambulando por varias calles, llegamos a una cerrada en donde únicamente había un viejo farol que aluzaba a medias la ya de por sí parca calle. De otro lado, una malla metálica oxidada y los restos de lo que parecería una fábrica, ¿qué hacía ahí exactamente? Sólo quería comprar algo para la cena, llevarle algo de comer a mi hambriento y leal perro y caminar para despejar mi mente del abandono de una ingrata mujer sin escrúpulos que abusó de…

Ella bajó del auto después, pistola en mano y una expresión de miedo, llamando mi atención con la que tenía libre

- Ven acá – musitó – necesito que hagas algo por mi – dijo mostrando el arma que portaba

-¿Qué quieres de mi? –

- Necesito que me mates, que me dispares en la cabeza y después en el corazón para que no quede posibilidad de que ellos me encuentren con vida – quedé helado – en la guantera del auto hay dinero y alcohol para que te vayas en taxi, te limpies y no dejes rastro de que lo hiciste. Si no lo haces ahora ellos lo harán después de torturarme –

- ¿De qué se trata todo esto? – dije asombrado – no me puedes pedir eso, va en contra de mis principios y de mis ideas sobre la vida y la muerte – se acercó tomando con sus dos manos el arma y apuntándome en la cabeza –

- Lo vas a hacer, eres mi última opción – sus hermosos ojos comenzaron a llenarse de lágrimas – si logran lo que quieren, el mundo como lo conoces va a cambiar para siempre y créeme que no es lo que deseas, sería terrible… - comenzó a caer sobre sus rodillas, sus manos soltaron la pistola, la cual al caer soltó un pequeño golpeteo ahogado por el llanto que salía de esos ojos azules que me habrían de catapultar a senderos lujuriosos en otra situación menos apremiante. Su cabeza se inclinó sobre su pecho apenas cubierto por una especie de blusa amarilla deslavada muy entallada… como la que llevaba el día que me confesó que se había enamorado de mi hermano y lo había llevado a su cama para que fuera él quien se enarbolara con su esencia de mujer… ¡maldita! Me describe cada paso que da para seducir la virilidad del que durante mucho tiempo consideré mi mejor amigo, cada palabra taladra mi mente retorciendo mi razón; incesantemente vuelve a aparecer sin darme descanso, aun en ese instante en que mi cabeza gira y gira sin dejarme tomar un respiro, ¡creo que voy a enloquecer! ¡No quiero estar así más tiempo!

Una gota rojiza cae al piso, no me di cuenta en el momento, tomé el arma casi por reflejo, lo hice sin querer, lo juro, ¡lo juro!, difícilmente lo habría logrado de momento, no lo creo, soy un fracaso en todo, ahora lo se, sin duda eso soy, ni siquiera esto lo pude hacer bien.

Dos gotas más se unen a la primera, ella me mira desconsolada, ¿qué pasará en su mente ahora?

- ¿Qué estás haciendo? ¡Así no es como debería de ser! – no pude más – mátame ahora que puedes…

Terminó su frase mas no alcancé a escuchar lo último, mi cabeza al fin estará en paz, no pensaré en nada más, creo que seré feliz, fin del sufrimiento, fin de mi, fin de todo lo que soy y sería de seguir así, jajajajajaja es momento de dejar de creer o pensar, no más…

- Maldito seas, ¿qué haré ahora? – escuché a lo lejos mientras mis nublados ojos observaban a esa extraña alejarse lentamente…

He ganado mi lucha contra la vida y muerte, lo único malo es que mi perro aun tiene hambre…

Texto agregado el 18-11-2008, y leído por 59 visitantes. (0 votos)


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