El horizonte esta cansado de ver mi rostro tras la montaña,
pero es que al volar mis alas
dejan de ser sueños y tienden a caer sobre el sol.

Que triste que no pueda conservarlas,
por que la noche de mañana
no podré soñar con tu risa o recordar tal vez nuestra canción.

No podré ahora que el camino de la locura se abre frente a mí,
la pena y el dolor se enmarañan en mi mente,
se vuelven tan presente,
que es imposible sentir.

A veces, alguna anestesia de tu sonrisa me calma,
pero al rato se vuelven a romper mis alas
destruyendo el deseo de vivir.

Y todo se vuelve grande sino esta en mi tiempo
aunque dentro de mi muerte, cuando deseo morir,
aun sin alas, aun sin sueños,
recordando lo que soy y tal vez lo que fui.

Siempre podré gritar al ritmo de tus besos,
que vivir es dormir en tu pecho,
acariciando el tierno sentimiento de verte feliz.

Por eso te he dejado ir lejos,
donde te esperan las remotas ciudades en que nada se puede oír
aquí las voces pudren tu cuerpo,
se que allá tu boca sabrá sonreír.

Mientras aquí me quedo con la esperanza del regreso
un sentimiento que acompaña la ilusión que no morirá
mientras en la tarde todo se va poniendo negro,
y mis manos lloran, el saber que no estás.