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Dicen que simplemente basta que suceda algo minúsculo, apenas imperceptible para abrirnos los ojos. Sólo se necesita un pequeño cambio para desbaratar todos nuestros planes, los esquemas de nuestras vidas.
Corría. No podía detenerse; no todavía. Debía alcanzarlo, no había tiempo que perder. El tiempo no era suficiente como para pensarlo dos veces.
El avión saldría en cualquier momento. Los pasajeros estaban en la fila, ansiosos por subir de una buena vez. Él se quedó sentado unos minutos; pensaba en las cosas que haría durante sus últimas semanas. Solo. Sin nadie a su alrededor. Era mejor así.
Prefería atravesar por todo aquello solo. Quería evitarles el sufrimiento a todos. Especialmente a ella. Lo había sentido desde que la vio. Tenía la certeza de que era la mujer con la que hubiera deseado pasar el resto de su vida. Mas no era posible.
Miró su reloj; ya era hora. Tomó su maletín.
-¡Martín!-la voz fue clara y potente, quebrando la distancia que los separaba.
Se dio vuelta. Ahí estaba. Cansada, sin aire. Pero ahí estaba, con su cabello cayéndole desordenado sobre los hombros. Con sus ojos oscuros fijos en los de él. Iba a decirle que se marchara. No pudo hacerlo. Parecía como si le hubiera leído el pensamiento. Ella se refugió entre sus brazos, sujetándolo fuerte.
-No me digas que me vaya; no quiero.-actuaba como una pequeña a la que le hubieran quitado su juguete preferido.
-Sandy…-acercó su rostro al de ella. Vislumbró sus lágrimas; ella lloraba sin poder evitarlo.
-Querés irte y no te voy a dejar. Sé todo y no me importa. Yo quiero…
-¡Basta, por favor!- la miró seriamente, fingiendo indiferencia- No quiero discutir esto…-y su mirada se ensombreció, mientras le hablaba en voz baja-te merecés a alguien que te quiera y que pueda vivir…yo no…
-¡Te amo!, ¡no lo podés entender!-le gritó desesperada, mientras sus mejillas se sonrojaban-…desde que te vi…
Lo había escuchado de sus labios finos, finalmente. Acarició ese rostro de piel tersa, con infinita ternura. Si tan sólo las cosas fueran diferentes…
-Aún cuando no quede tiempo….aún así…-tomó aire, secándose las lágrimas con la manga de su abrigo-¡yo quiero estar al lado tuyo, hasta el final!
La seguridad se reflejaba en su expresión, en sus facciones. Quería rechazarla…
-¿Hasta el final? ¿estás segura?-y al hacer la pregunta, él sonrió, a pesar de todo.
-Claro que sí. No perdamos ni un minuto más.
Y acercándose a él, con las pestañas todavía húmedas lo besó, dispuesta a enfrentar a la muerte con su inmenso amor.






Texto agregado el 06-12-2008, y leído por 140 visitantes. (2 votos)


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