Era de noche en la ciudad de las ilusiones, una noche tibia y larga. La luna reflejaba unos timidos rayos de luz que hacian un complicado juego de sombras con el mobiliario de cristal de aquel bar en la terraza, en la que Onan se encontraba solo en la barra, en medio de una multitud que coreaba canciones etilicas.

Onan estaba sentado frente a un vaso de whiskey, era el cuarto vaso de la noche y no tenia apuros en cuanto a tomarlo, se encontraba indiferente observando como se derretian lentamente los hielos que flotaban sin preocupaciones en el liquido ambar. Sin pensar en nada mas, con la paciencia infinita de la soledad, tomo el vaso con las dos manos, dejando que el calor corporal calentara el contenido, echando por la borda la atavica regla etilica de no calentar el contenido de un vaso de alcohol que se deberia de tomar frio. Mientras rememoraba esto, el cigarrillo que mantenia entre los labios dejaba escapar un hilillo de humo que chocaba contra sus de por si llorosos ojos.

Sin percatarse de alguna transmutacion inexplicable, de un trozo de hielo que flotaba en su vaso empezo a moverse cuando no deberia de haberse movido, lentamente se fue desperezando y empezo a estirar unos brazos de un tamaño no mas grande que la ultima falange de su dedo meñique, se coloco en posicion vertical mientras flotaba sin ningun esfuerzo, sus pequeños ojos se clavaron largamente en el rostro de Onan. Despues empezo a desplazarse por la superficie del liquido y subio a un trozo de hielo, adopto una posicion de divertida sensualidad y sacudio su diminuto y rizado cabello.

-Hola- dijo mientras ladeaba la cabeza sensualmente

—Hola que tal— dijo mientras su curiosa mirada se acercaba un poco mas al contenido de mi vaso

Durante un momento que parecio una eternidad, la pequeña sirena solo le contemplaba fijamente, mientras a su alrededor se sucedian infinitos ruidos y clamores procedentes de la fiesta que seguia en su apogeo, hasta que su vocecilla encantadora decidio romper aquel ruidoso silencio -Te propongo algo, si vienes conmigo, te dare besos y caricias, sueños e ilusiones que no has imaginado, te dire cosas que nunca has escuchado y te dare visiones que nunca habias vislumbrado, te dare todo lo que habias esperado y lo que no podrias esperar por la imposibilidad de conseguirlo; bebere de ti y tu respiraras de mi, un tornado de sentimientos destruira y reanimara tu calma cotidiana, plantare un sueño dentro de tu corazon y besare tus viejas heridas. Si vienes conmigo los dos seremos uno.

Onan la escuchaba en un silencio embelezado, pensando y sopesando cada palabra de lo que le decia, mientras seguian sus cavilaciones; ella al ver que no respondia, elevo un poco el tono de su melodiosa vocecilla.

-Asi que, que me dices? estas dispuesto a seguirme a la tierra de los sueños terrenales?- decia esto mientras sus diminutos dedos jugueteaban con su rizado cabello.

Al fin de un momento pudo responder -Eso estaria bien, me gustaria, me gustaria mucho... pero no puedo.

Ella alzo su mirada un tanto desconcertada -Porque no?-

Mientras posaba un nuevo cigarrillo en sus labios y lo encendia, le respondio -Porque amo a las mujeres. Las amo como seres completos y complejos, amo la suma de sus partes y amo cada una de ellas, cada detalle, cada pequeña parte de ese rompecabezas que las compone, Amo su ser fisico, sus cabellos, amo sus ojos, sus sonrisas; amo a cada parte de su ser. Pero amo la complejidad de sus emociones, es algo bueno contar con el placer que conlleva una relacion, pero es mejor sortear los problemas que inevitablemente se presentan y poder disfrutar despues de aquellas recompensas que son el solo hecho de seguir manteniendote al lado de aquella mujer a la que amas. Es bueno lo que me planteas, pero es mejor seguir siendo un mortal como la mayoria de los hombres, que se pierden en una mirada, en una sonrisa, que pueden creer que su futuro se ha definido por un gesto apenas perceptible, y que se lanzan a esa gesta sin siquiera saber si es verdad lo que han sentido, dispuestos a correr los riesgos de caminar por una avalancha de nieve que cae hacia el vacio. Asi, mientras mas luchas por aquello que amas, mas dulce es el resultado final; soy solo un hombre, y una vida llena de placeres me parece interesante, pero me es irresistible el tener que sufrir un poco y de tanto en tanto por la mujer que amo, supongo que esta en la naturaleza humana sufrir un poco para disfrutar plenamente, o solo soy yo, una persona que esta por su cuarto vaso de whiskey hablandole a una sirena.

-Asi que eso es lo que piensas- dijo con un tono apagado mientras su vista escudriñaba las profundidades del vaso

-Si, asi es, siento haber hecho una diatriba de todo esto, pero como se puede deducir, por mas que lo desee, por mas que me atraigan tus placeres y promesas, esa extraña y deliciosa utopia que me planteas, jamas podria amar a una mujer que me hablara de si misma solo a través de los placeres, sin tomar encuenta los sinsabores y ocasionales descalabros que conlleva amar a alguien; una mujer que deje de lado algo tan importante de su ser me resulta algo imposible.

Levanto su cara y realizo una encantadora mueca de resignacion, levanto una ceja mientras sus caderas se bamboleaban al compas de sus pies que la acercaban a la orilla del ahora diminuto hielo -Esta bien, tu te lo pierdes- dijo mientras una sonrisa se posaba en sus labios, y se sumergio gracilmente en el liquido ambarino.

-Si...- dijo Onan distraidamente anque ella ya no pudo escucharme.

Dio una calada al cigarro que tenia entre los labios, continuo sosteniendo el vaso entre sus manos hasta que el pequeño pedazo de hielo en el que estaba posada la pequeña sirena desaparecio y se mezclo con la bebida, le dio otra fumada al cigarrillo, solto una nube de humo y de un trago hizo que desapareciera el liquido restante.

La sirena nunca regreso y desde entonces, en esas largas noches de luna llena, Onan jamas pone hielo en su vaso de whiskey.