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EL ARCA RUSA - UN COMENTARIO AUTO INDULGENTE

Luis Cifuentes S., 2004

Por fin me di el tiempo para ir a ver "El arca rusa". Se trata de la película más auto indulgente que he visto, tanto así que me permito este comentario auto indulgente.

Pareciera que Alexander Sokurov (el director) se hubiera ganado un mega-FONDART y le hubieran dicho: aquí tiene un cheque en blanco; gaste lo que quiera y haga la película que se le antoje, la que siempre quiso hacer.

Pues bien el resultado es este: Sokurov se regala una original orgía estética, una suerte de catarsis histórico-onanista, un viaje por 300 años de historia rusa dentro del Hermitage, el famoso museo de San Petersburgo, otrora el Palacio de Invierno, símbolo del zarismo.

Un film ultra novedoso en los detalles técnicos, se filmó en una sola toma, pero para ello tuvo que ser ensayado por meses. No se reparó en gastos: los ambientes, los trajes de época, los extras, todo es a lo bestia.

Si me hubieran dado la plata a mí en vez de a Sokurov, pienso que habría salido algo muchísimo menos original pero igualmente aburridor: La Tinaja Shilena y tumbamelamelá.

La película consta de escenas de época filmadas en variados salones del gigantesco museo, presenciadas por un ruso contemporáneo (del que sólo se escucha la voz) y un diplomático francés del siglo XIX, que vagan por el museo en calidad de cómplices y voyeristas. Entre ellos se da un contrapunto que podría haber sido mucho más interesante si el director se hubiera preocupado un poco de los posibles espectadores. Pero eso no estaba en las bases del mega-FONDART de Putin.

Para qué voy a decir una cosa por otra: los que en alguna época nos tragamos todo el cine soviético como si hubiera sido un deber militante conocer todo Eisenstein, todo acerca de la Gran Guerra Patria y todo lo producido en los 60, estamos sólo preparados a medias para El Arca Rusa.

De Eisenstein nos habituamos a la obsesión con la historia y un alto grado de originalidad: "Alejandro Nevski" es la única película que he visto donde los suecos son los malos, y no los malos simples, sino los malos perversos, capaces de lanzar guaguas a la hoguera y todo.

Eso contrastaba con la otra cara fílmica de los suecos: la de Bergman, que los presentaba como civilizadísimos personajes conversando en voz baja acerca de temas endemoniadamente intelectuales, y que, al descubrir que sus esposas les golpeteaban la nuca, intentaban hacerse el harakiri escandinavo (creo que se llama smorgasbord) con minúsculas cortaplumas. Esto daba pié para que la Liv Ullmann (que nunca fue sueca, sino noruega) pusiera todo tipo de caras de circunstancia, sin tener la menor intención de dejar botados a ninguno de sus aburridos amantes.

Eisenstein también nos preparó para una modificación planeada de los escenarios históricos. Cuando filmó "Octubre", insistió en que los extras utilizaran balas verdaderas en el asalto al Palacio de Invierno, lo que causó mayores daños al edificio que los ocasionados por el ataque de los acerados batallones proletarios del año 17, que se encontraron con casi cero resistencia en este magno edificio.

Pero Eisenstein y sus seguidores nunca pudieron darse los lujos de Sokurov, temerosos de ir a parar al GULAG o, en tiempos menos duros, de convertirse en baby-sitters full-time de los nietos de Brezhnev por quince dólares al mes sin derecho a cupones.

La visión de un grupo de damiselas aristócratas revoloteando entre risitas y en ligerísimas vestimentas por los largos corredores del palacio me provocó alguna respuesta endocrina, rápidamente dominada por dos consideraciones: a) lo que habrá costado calefaccionar el monstruo en el invierno ruso y b) que al fin era posible que existieran en el mundo corredores techados más largos que ese de la UTE, que iba desde cerca de Av. Ecuador hasta cerca de la Quinta Normal. ¿Estará todavía ahí o habrá desaparecido, como la misma UTE, en los pliegues de nuestra historia sin zarinas y sin Rasputines, pero con similares trituraciones?

Una escena que permanecerá en mi memoria es la ceremonia en que emisarios del Sha de Persia piden disculpas al Zar por el asesinato en Teherán de varios diplomáticos rusos a manos de una turba enardecida. Quedé asombrado de los buenos modales de estos emisarios. Si los yanquis tuvieran que pedir disculpas por cada asesinato de diplomáticos extranjeros del que son responsables, no podrían hacer ninguna otra cosa. Recordemos que en Bagdad lanzaron un misil de alta penetración contra la embajada china, dejando la mortandad.

Eché de menos un diálogo que bien pudo tener lugar en el palacio el año 24: Nikolai Ivanovich llama por teléfono a Lev Davidovich y le dice entre sollozos: "¡Lev Dadidovich! ¡Lev Davidovich! ¿Qué vamos a hacer ahora que murió Vladimir Ilich? ¡Iosif Vissarionovich nos va a hacer polvo a todos!" A lo que, imperturbable, Lev Davidovich le responde (en ruso): "¡No te preocupís, gil ! A este jetón yo me lo manco en cuestión de meses!". La moraleja de este episodio (porque todos la tienen, aunque quedan a cargo del espectador) es: "está bien ser sobrado, ¡pero nunca tanto, logo!".

La larguísima escena del baile en la corte imperial (que movió a un crítico uruguayo a desear que los bolcheviques hubieran llegado antes a hacer rodar cabezas) tiene como punto alto la lograda interpretación de la Gran Orquesta Sinfónica de la Corte Imperial de San Petersburgo (GOSCISP) de la pieza "¿Qué será lo que quiere Pushkin?".

No puedo referirme a otras escenas de este film, dado que me quedé dormido por su buena media horita y ni loco la voy a ver de nuevo.

Para aquellos que piensen que la naturaleza fue demasiado generosa con Eisenstein, haciéndolo destacado cineasta amén de inmortal creador de la teoría de la relatividad, sólo puedo responder, como Mafalda: "¡Ingenuotes! Nadie ha dicho nunca que la naturaleza deba ser justa".

Texto agregado el 01-07-2009, y leído por 249 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-07-2009 (Te dejé 5 estrellas, bien merecidas, si hubieran mas, también te las daba) loretopaz
02-07-2009 Jajaja, que banda de ingenuotes somos, confundirlo con... jajaja... Me refrescaste las ideas, una buena risa no le hace mal a nadie. Haces una crítica ácida de una película que gracias a ti no pienso ir a ver ni que me paguen, y al mismo tiempo provechas para ir lanzando estocadas llenas de humor e ironía a diestra y siniestra. Me entretuve mucho leyéndote, aunque quisiera defender al pobre Bergman, que dejas como un estropajo... Eisenstein me encanta, así como también Bergman, cada uno en lo suyo. En especial Zarabanda, que encontré genial, su ultima película (vi la primera parte, “Escenas de la vida conyugal” cuando salió, por allá por los 70, y a pesar de que habían pasado 30 años, pude integrar perfectamente las dos. Y como decía Libertad: “Los bajitos no tenemos porqué andar aguantándole a los demás su complejo de altura” (es sabido que los suecos son bajitos...) loretopaz
 
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