Canela; sabe a canela
El aire se arrastra lastimero entre pasillos estrechos, el sudor nubla la vista, el corazón cual militar tambor acelera el ritmo, los intestinos se ahorcan a si mismos, instantes aglomerados encapsulados en fotos, golpean mis ojos en ráfagas incesantes, los labios de María , los cuentos del abuelo, las risas de Daniel, las palabras del viejo, las noches frías del internado y las calidas tardes en la finca; luego un instante de silencio, una extraña mancha rojiza que cubre la imagen de mi vieja, que con el tono de voz cansado de siempre, me repetía que no me comiera los confites gigantes de canela; Que cual quier día me ahogarían. Negro todo esta negro y en silencio.