De modo que es allí cuando lo cierto es lo más coherente para mentir y es el punto donde la hegemonía del destino se rinde, para dejar todo la fuerza del existir solo a la disposición humana. Donde el laberinto ofuscado del día a día permanece impávido al ver quien se ha convertido en su nuevo maestro. Realmente el hombre, siempre maneja el timón para navegar en los inmensos mares de su presente; pero al enfrentar las tempestades decide soltar el ancla del destino y luego espera para creer que algún fenómeno sobrenatural pueda continuar su recorrido o simplemente el cambio inconcluso del curso, que inicialmente se había propuesto. Ya en ultimas instancias se sigue adelante pero pensando en que ya alguien, maneja la suerte de cada una de sus metas. Alguien ya debe estar arando esa trayectoria encomendada y ya alguien, tiene que haber visto el final subjetivo de todas las misiones, las cuales fueron creadas para consumar un plan perfecto...