Acostada frente al mar, de cara al cielo, contemplando atónita las estrellas y esa luna, ya no tan virgen, que tanto admiro.

Pensando en ese infinito espacio frente a mis ojos (o será finito?), viene a mi mente esa pregunta milenaria que no muchos contestan con certeza: estamos solos en el universo?
Acaso el ser humano es tan egocéntrico para ciertamente creer que no hay nadie más allá de éste planeta azul que nos cobija?

Tengo la certeza de saberme infinitamente pequeña en éste universo de tamaño inimaginable, y eso me obliga a creer, muy a pesar de mi pensamiento científico y la falta de evidencia, que más allá de lo que pueden ver mis ojos (o quizás más cerca de lo que pienso) hay seres que como yo se preguntan que hay en ese espacio desconocido, o que conocen y observan desde su lejanía ésta cotidianidad y rutina que nos rige, y que de seguro les dará razones para reír de nuestro modo de vivir esto que llamamos vida y que no es más que un tránsito hacia algo que desconocemos.

A veces me pregunto que nos hace mantenernos aislados de eso que nos rodea… naturaleza humana supongo, tal vez falta de humildad, y que nos hace alejarnos de esa verdad que algunos, por tesoro o por egoísmo, no comparten. Quizás el problema es que no estamos preparados aún para conocer la magnitud del espacio del pensamiento.

Entre tanto, con luces de aviones que sobrevuelan en mi cielo, y otras luces que no supe explicar, llegué a la conclusión de que alguien, desde muy lejos (o muy cerca) sabía de mis cuestionamientos, y daría una respuesta en el momento indicado...