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Ella siempre me pedía que nunca me fuera de su lado, pero nunca pude aprobar su petición, siempre dejaba que el silencio afirmara la promesa con unos de esos abrazos infinitos. Tal vez fue por esa razón por la que no quise ir a despedirme de ella, me mintió. por algo me suplicaba que no la abandonara, porque estaba segura de que nunca se iría, pero me engaño de una forma descarada, ¿ò será que fue culpa mío no haberle pedido que se quedara? La verdad nunca me sentí demasiado importante ni una parte esencial en su vida, eso lo supe inmediatamente después de haberla besado por primera vez. Nuestra pequeña fracción de tiempo en un lugar desolado en medio de humos de camión pero que la pasión se encargo de evaporarlos.
La hierba fue testigo de aquella escena casi de película, solos acostados sobre una hierba alta pero casi muerta, como un oasis en medio de la ciudad, un puente y su eterno venir de autos que eyaculan sus venenos, un vino barato y una cortina musical arrullándonos.
Allí en medio de la nada la vi por primera vez y allí mismo la bese. De haber sabido todo lo que desembocaría aquel acto, nunca hubiera salido de casa en medio de la lluvia que al parecer conocía mi destino, abordar uno de esos buses que por pocos pesos te llevan por toda la ciudad, llegar a aquel lugar y con cara de idiota fingir que la conocía de hace tiempo, fundirme en sus labios, llevarla a su nuevo destino donde otro idiota la devoraría de nuevo esa noche, partir sigiloso y perdido en un barrio que nunca había pisado, caminar con una sonrisa espontanea por mi aventura pero con temor de no volver a verla o si debería involucrarme en su vida de ahora en adelante, pero nunca tuve el valor de hacerlo, yo nunca serví para pedir explicaciones, peticiones, favores, préstamo, promesas y todas esas cosas que inducen a un estado de inferioridad.
Por eso yo nunca le pedí que se quedara, ella no fue mía por completo y no estaba en el derecho de pedírselo, estuvimos enlazados poco mas de 5 veces pero tan solo por un par de minutos y cuando más la sentía mía no lo era, la tenía que compartir con alguien más. Pero en verdad eso nunca me molesto, siempre me preste para todos sus actos sin la más mínima desaprobación o reproche. Pero esta vez las cosas cambiaron, me pidió que habláramos antes de irse de la ciudad pero nunca fui, no me atreví. El solo hacerme a la idea de escuchar esas palabras que se despiden, que recuerdan y que me atormentaran cada vez que quisiera estar a su lado pero que solo encontraría esas últimas palabras, eso me desanimo por completo.
Tal vez iría para intentar besarla una vez más y dejar que se vaya a donde la obligan, sin decir ni una palabra, solo una sonrisa, un beso y un abrazo sin decirnos adiós, porque solo se le dice adiós a quien se va pero yo me engañaba creyendo que no se iba, que iba a seguir aquí. ella me lo pidió, yo en silencio se lo prometí y ahora tendría motivos para estar a mi lado.

Sneider tabares giraldo :)

Texto agregado el 21-05-2011, y leído por 71 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
21-05-2011 El miedo, el autoengaño son dos armas de doble filo. siemprearena
 
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