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Inicio / Cuenteros Locales / AMOS-Sorfoneroners / Sueño tercero:Las Barras

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Sutil mescolanza entre tarde y noche, el fulgor del ocaso aun se atenuaba en lo profundo de los cerros: incontables siluetas, áridas e inamovibles, que ansiaban luz de luna tan serenos como siempre.
En el camino, tres cuerpos avanzaban sin demasiada prisa, desde horas atrás aquel trió de espectros humanos había andado, plasmando sus huellas en los arenales de un sendero yermo. Su destino, “Las Barras”, población al norte de la consternación, y en donde recuerdan algunos, hacia el decimo año ya se germinaba el génesis de la putrefacción.
Moviase la minúscula caravana por la vereda de tierra seca, y los terceros personajes de mugrientas carnes, y el sudor desvanecido sobre sus rostros, eran los hombres condenados a las trabajosas labores de su existencia. Y continuaron caminando.
Al cabo de un rato, la calzada principal de Las Barras se desplegaba ante la testa de los viajeros, ellos tranquilos deambularon entre paredes de piedra y adobe, portones de madera y ligeras luces de candil cuando la noche había caído.
Ahora bien, inmóviles los tres aguardaban al tiempo frente a las largas y oxidadas barras de metal. Se abrieron las compuertas y los barandales, pero solo uno entro al presidio. Y allí estaba el de frente a ella. Mujer madura de mustio aire y ojos cafés:
-¿Tienes mi dinero?- inquirió seria ella.
Y él, con corto preámbulo le respondió:
-Aguarda quieta, que ya te pagare-
-¡Quiero mi dinero!- replico la meretriz
-Duerme tranquila, que yo te daré la plata-
-Solo dame mi dinero y ¡márchate a ganarte la vida!-
-Pronto serás libre, te lo prometo-
Y así sucedió que se quedo sentada ella con apacible y grata esperanza, él se largo con menos fe en Dios, ambos sin verdaderamente conocer quién de los dos traicionaría al destino.
Más tarde, en el mismo sendero yermo, retornaban los tres peregrinos, sosegados, silenciosos, mientras soplaba el viento avanzaba el trió de caminantes hacia el confín de la madrugada. La luz de luna ya se extraviaba clara entre los montes, fríos entornos de tiempos inciertos. Ellos, sin la esperanza de poder ver un nuevo sol…

Texto agregado el 21-02-2012, y leído por 69 visitantes. (0 votos)


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