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La pesadilla empieza de nuevo, el aguacate del patio danza con el ritmo del vendaval, ramas y pequeños desechos golpean con fuerza contra las tejas y ventanas, la casa completa se llena de luz el deslumbrante instante es devorado de un solo bocado por el rugiente trueno que hace vibrar los cimientos de la edificación y del alma de María que se aferra a su rosario como único escudo contra su fobia a las tormentas.
Como caminando la tormenta se acerca lentamente, la frecuencia y fuerza de los rayos crece paulatinamente y maría esta a punto de incrustar una cuenta del rosario en la yema de su pulgar derecho, cierra los ojos a cada destello, recuerda las palabras de Darío y cuenta los segundos entre la luz y el trueno…
Se acerca… a cada segundo la tormenta esta mas cerca, las ventanas parecen querer tirarse de los marcos y buscar refugio bajo la cama junto a María, que se perforas las piernas con las uñas, el rosario que hace unos minutos apaciguara a María, se abraza a la moldura de una silla e intenta resistirse al viento que insiste en arrastrarlo, el amuleto pierde la lucha y es devorado por la tormenta acompañado por varias tejas y un cuadro con la imagen del señor de los milagros en cuyo rostro la preocupación se amolda al momento.
Ruge hambrienta la tempestad, ráfagas de granizo como pedradas del cielo arremeten contra el destechado espacio, enormes rocas de hielo son bruscamente iluminadas por los relámpagos, destellos de luz que embadurnan el corazón de María con un miedo elemental y básico que le congela los huesos, los minutos como babosas se arrastran penosamente y la tormenta parece nunca ceder, como si se revolcaran las entrañas de la tierra, el suelo se estremece con cada rayo.
Cede la lluvia, los relámpagos se alejan, lentamente una calma fresca se apropia del sitio, el granizo se derrite, María ya un poco aliviada asoma la cabeza, la luz del sol estrenando el amanecer le apacigua el alma, la tranquilidad retoma su vida, María se arrastra y sale de la cama, la casa esta sin techo, todo esta mojado pero todo en su sitio, nada falta, el palo de aguacates esta intacto, increíblemente hasta las flores del jardín sobrevivieron, feliz María se sienta en el quicio de la puerta a esperar la llegada de Darío.
Darío llega corriendo una hora después de que termina la tormenta, con la ayuda de los vecinos remueve los escombros, y llega hasta la cama bajo la cual reposa el electrocutado cuerpo de María

Texto agregado el 08-04-2012, y leído por 189 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
05-01-2014 Triste pero bien narrado. Felicitaciones. ZEPOL
 
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