Si el ego no me dejara por un momento decir todo lo bueno que tienes, lo resumo aquí donde me siento yo y no como creo que debería ser.
Me gusta imaginar tu sangre como un rio de sabiduría, de conocimiento, que desemboca en tu boca para volverse palabras y en tu piel para volverse luz a fuego lento. Como hizo Dios para poner en manos tan pequeñas el talento que se convierte en arte que a su vez en sentimiento y luego en mi admiración, admiración que no se detiene, que se pregunta cual pudo haber sido tu escuela, por donde pisaste y hasta que desayunaste para que se haga en ti lo que no deja de maravillarme, eres flor que no marchita, estrella fugaz que ni el sol opaca, brillas de noche y por la mañana, eres un libro que nunca termina, vida, luz y esperanza, si pensaba que el secreto de la vida toda ella me tardía, por lo menos creo que dos necesitaría para comprender como Dios te hizo tan pequeña pero infinita, cuando me hablas te veo como maestra y yo soy tu fiel oyente que se siente como cuando se lee o se escucha música, que no se puede hacer nada, solo aprender, estar ahí y disfrutar.
Tu que me regalaste la magia, yo ahora te regalo admiración,
Disculpa que sea breve una vez más, con cariño para mi amiga Arlett que no me deja de asombrar, de la que quiero aprender, que me enseña a volar.