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Estábamos a mitad de clase. El maestro daba una verdadera cátedra sobre el uso de los sustantivos en la gramática española. Tal atención se había logrado, que pocos se dieron cuenta de que Raúl entró, yo lo hice hasta que tocó mi hombro.

-Sal un momento conmigo- dijo susurrando ante la severa mirada de los compañeros que veían interrumpida su clase.
-No puedo, está muy interesante el tema- contesté, tratando de quitármelo de encima.
-Anda, ven, por favor.

Noté en su voz algo extraño, pensé que necesitaba ayuda, además el maestro ya se había fijado en nosotros. Decidí salir, más de fuerza que de ganas.

Llegamos a la cafetería de la escuela, la mayoría de los alumnos se encontraban en clases por eso lucía abandonada.
-Bueno, dime qué es lo que quieres, y rápido, tengo que regresar.
-¿Has visto a Lorena?
-¿Para que la quieres?
-¿La has visto o no?
-Sí, está en el salón.
-No, ella no. A Lorena Estrada, la del otro grupo.

Aquella pregunta me desconcertó, pues no sabía que tuvieran algún tipo de relación.

-No, no la he visto. Llegué un poco tarde y me fui directo al salón. Pero, ¿Qué traes con ella?
-Este…bueno…- intuí por su titubeo que me iba a perder el resto de la clase- tú sabes lo que se dice de ella…tú eres mi amigo, sólo a ti te lo puedo contar.
-¡Ya, carajo ¡ Dime qué onda, no ves que tengo prisa- dije con impaciencia, más por curiosidad que por otra cosa.

-Está bien, cálmate. Te contaré desde el principio:

“Yo conocí a Lorena el día del examen de admisión. ¿Te acuerdas? Tú estabas atrás de ella, yo estaba a su lado. Copió todas mis respuestas, por eso se quedó en la escuela. En ese momento no sabía como era ella.
Terminado el examen, traté de hacerle plática, pero ella respondió con indiferencia. Ni las gracias me dio.
Yo esperaba que nos tocara en el mismo grupo, pero la mandaron al “B”. Intenté cambiarme y el director se portó gacho y no me dio chance; “que” no habia razones de peso ¡chale! Pero estuvo bien, a ti y a mi nos tocó juntos y ya ves nos hicimos amigos.

Después no las presentó Felipe, cuando ellos eran novios. Tú pudiste hacer amistad con ella, pero a mí ni me peló. Tú sabes que no es muy guapa, ni esta muy buena; pero muchos quieren con ella. Yo supe que anduvo hasta con tres al mismo tiempo: con Felipe; con Arturo, el que vivía por su casa; y con el del vocho azul. Eso sin contar todos los novios que tuvo antes y los que tuvo después. Pero fíjate, eso no importa; yo de todos modos la quiero. Todos la quieren para divertirse, pero yo la amo de verdad.

Tú no sabes lo que he hecho por ella. Una vez estábamos aquí en la cafetería, ella no traía dinero, parece que lo perdió o no se qué. Le pidió a una de sus amigas pero tampoco tenía. Yo le ofrecí lo poco que llevaba en la bolsa y me dijo: “¿De veras? ¡Ay que lindo!”. Esperaba con ello ganarme su confianza y su amistad. Compró una torta y un refresco y se fue sin voltearme a ver siquiera. Ese día me fui caminando a casa, me tarde una hora y media en llegar, pero no me importó. Nunca me pagó el dinero ni yo se lo hubiera cobrado. En otra ocasión, se acerco a mí y me pidió prestado el libro de historia. Yo se lo regalé, le dije que en casa tenía otro y me volvió a decir : ¡Ay, que lindo!. Por supuesto que se armó una bronca con mi jefa cuando, le dije que se me había perdido. Aun así, Lorena seguía sin pelarme.

Cuando hay oportunidad, siempre trato de agradarla y complacerla, no importan los sacrificios, los problemas, las decepciones que tenga que afrontar a causa de ello. ¿Tú no harías lo mismo por la persona que amas?
Sí, no me mires de esa forma, ya sé lo que dicen de ella y es cierto. De veras, por ejemplo: ella toma su camión en la misma parada que yo. A veces cuando coincidimos en la salida, he visto que van por ella y casi siempre son chavos distintos. La abrazan, la besan y la tocan de una forma que… yo los miro discretamente y me imagino que soy el guey en turno; pero vieras que eso me calma.
Aunque una vez si no me pude aguantar. Fue aquella ocasión que fui al centro a ver la exposición de miniaturas. La vi sentada en una banca del parque hidalgo. Estaba sola y me fui acercando para saludarla, chance aceptaba tomar un helado conmigo. Pero antes de llegar con ella se apareció un guey. La saludo de beso en la boca y toda la cosa. Ya me iba a regresar a mi casa pero los seguí, a lo mejor no se tardaban en su encuentro y él la dejaba libre pronto. Caminaron como cinco o seis cuadras y se metieron a un hotel… se siente de la chingada.

Juré y perjuré que me iba a olvidar de ella. Pensé en hacerle la lucha con Aída, como que me daba jale. Pensé también salirme de la escuela. ¿Pero, te imaginas? Mis jefes me madrean.

El coraje me duró muy poco. Al otro día, cuando la vi en la escuela, me olvidé de todo y volví a profesarle mi amor secreto. Y tal parece que mi obsesión hacia Lorena aumentó. Desde hace un mes la espío cuando sale de su casa para venir a la escuela. Diario pasaba por ella un guey medio mamón, en un jetta. Pero hace tres días se vino sola. Yo hice como que me la encontré casualmente en el camión. Fíjate, me saludo bien. Platicamos de la escuela y de no sé que madres. Pero ve. Desde su casa a la escuela el camión se hace media hora, pues no se me hicieron ni cinco minutos, en serio.

Pero ayer, ayer fue un gran día; volví a encontrarla” casualmente” en el camión. Le dije que ahorita me estaba quedando con una tía que vive por su rumbo. ¿Y qué crees? Me saludo de beso. Sentí bien chingón. Después me hablo de cosas más personales. Me dijo que había tronado con su novio y me preguntó que si yo tenía novia. ¿Cómo ves? Yo creo que le gusto, si no, para qué me lo preguntó. Fue inolvidable.

Hoy se me hizo tarde y no la alcancé en el camión, pero ahorita la espero a que salga de clases y me cae, que le llego. Mira ya compré unas flores, no me importa como es, la amo y eso es todo. Si ha andado con otros más gueyes que yo, por qué conmigo no.
Gracias por escucharme. Nos vemos, hay después te cuento.

-Nos vemos- respondí, aunque creo que ya no alcanzó a escucharme.

Pobre Raúl, iba tan ilusionado, que no tuve corazón para decirle que desde ayer yo era el guey en turno que andaba con Lorena y que a mi tampoco me importaba lo que decían de ella.

Texto agregado el 25-01-2013, y leído por 198 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
29-04-2013 Lorenita tenia muy buena mano para la cuchara. Pobre Raul, Que gacho ese final. piara
28-01-2013 Muy bien escrito. Interesa desde un principio. 5* RIGOBERTO
26-01-2013 El gran Sócrates decía: "Gallina que come huevo, mi que le quemen el pico" ¿O fué Platón?. za-lac-fay33
25-01-2013 Pues...Tienes un problema. elisatab
 
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