Me encontraba en aquel árbol en donde nos dimos nuestro primer beso y como siempre llevaba conmigo una rosa para ella, el día parecía sonreírme; soleado con una pequeña brisa y un cielo azul lleno de nubes con miles de formas como las que nos gustaba mirar. Ella como siempre se atrasó, ya era común, solía esperarla por horas con tal de poder verla algunos minutos y esta vez no sería diferente. Quería compartir las nubes con ella así que no las contemplaría hasta que ella llegara, no había nadie cerca estaba solo, o bueno, casi, a mi lado se encontraba esa rosa que siempre le llevaba desde la primera vez que la conocí; pero paso el tiempo, y ella no aparecía y yo, yo me empecé a enfocar en esa rosa, ¡Tan Bella!, tan sonriente, tan feliz, ¡Tan Burlona!... qué derecho tenia ella de estar así, si yo me encontraba triste porque mi amor no aparecía; no, no era justo, decidí pues llevarla hacia el mismo dolor que yo tenía y simplemente le arranque pétalo por pétalo diciendo; me quiere, no me quiere, me quiere , no me quiere, me quiere... y me tuve que detener para llorar e irme, ¿por qué?, bueno solo quedaba un pétalo; un solo y mísero pétalo y creo que todos sabemos lo que eso significa... Ella no me quiere