Soñé un lugar donde era inexistente el dolor, cuando había esperanza.
No valía la pena morir.
Soñé que me había enamorado del mismo amor.
Soñé que Dios perdonaba a todos y dejaba vivir.

Entonces era alegre y valiente…
Se hacían sueños que usaba para gastar.
No existía un rescate pendiente,
no hubo rosa sin oler, ni vino sin probar.

Fue el sueño más hermoso de mi vida
y donde sólo iba hacia arriba.
En un sueño sólo tienes alegría,
pues siempre creí que jamás despertaría.

Se quedó conmigo una noche de invierno helado
y me lleno de felicidad verdadera.
Se llevó completamente toda mi niñez a su lado,
y se fue cuando desperté en primavera.

Aún pienso que volverá de nuevo a mí
y que de nuevo feliz siempre voy a estar…
Pero los sueños no se pueden revivir
y de las tormentas no se puede escapar.

Suelo sentir que no fue un sueño,
que fue algo que de verdad sentí.
Duro algo más que medio año,
y dudo si de verdad lo viví.

Pero los tigres vienen en la obscuridad,
y con sus rugidos te pueden despertar.
Te quitan la ilusión en fría soledad,
y vuelven vergüenza lo que puedas soñar.

Yo sólo había soñado que la vida sería
tan diferente al infierno llamado mundo donde me mantuve.
Tan diferente ahora de lo que parecía…
Y lloro cuando recuerdo que la vida mató el sueño que tuve.