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Las razones del ser así.

Té despiertas, así, de pronto, por obligación o porque es imposible permanecer más tiempo en la cama, y todo gracias al ruido desquiciante de los autobuses y los autos. Por supuesto, también, al grito de las madres, apresurando a sus hijos, porque se hace tarde y cierran la puerta de la escuela a las ocho en punto.
Té despiertas, prendes la radio, sintonizas las noticias, en pocos minutos té enteras de que la selección nacional de fútbol, ha quedado descalificada, de nueva cuenta y como siempre, en la primera ronda. Ya no te enojas, el sentimiento nacionalista y pambolero, hace tiempo, que ya no aflora en ti.
Termina la cápsula deportiva, pero de nada sirve, la cosa no mejora. Siguen las notas financieras, que desmenuzan con toda claridad y sin sentimentalismos, la precariedad de nuestra economía. A pesar de que en este año, las ventas del petróleo se incrementaron en un 25 por ciento, y el precio del barril hizo lo propio, gracias a que nuestro vecino país del norte, ha emprendido nuevas y crueles guerras. El director de la paraestatal ha anunciado, que esto en vez de ser benéfico para la nación, por el contrario, “nos perjudica en gran manera”. Así que no hay que hacer cuentas. Este año también hay que ajustarse el cinturón.
Información similar, sigue como en cascada. Se anuncian recortes de miles de empleados, en empresas gubernamentales y en la iniciativa privada. El último de los bancos nacionales, ha sido adquirido por una empresa anglo-norteamericana. El sistema nacional de pensiones, se declara en quiebra. El seguro social informa que carece de recursos, para comprar medicamentos. Los médicos se declaran en huelga, los maestros y los deudores de la banca, se solidarizan. Por si esto fuera poco, con el de ayer, suman ya 15 suicidios en el metro. Razón por la cuál el servicio se interrumpió, por cerca de tres horas.

Te vas vistiendo, sin prisa, mientras escuchas al mandatario decir que todo va viento en popa, que casi pisamos, el primer mundo. Que las cifras macroeconómicas, nos favorecen.
Enciendes, un cigarro, abres el refrigerador, tomas la última coca-cola de lata, la destapas, está fría, bebes un poco. Afinas la garganta, miras hacia el aparato emisor, lo menos que le gritas, al bufón que sigue hablando, es estúpido.


Sales a la calle, saludas a los ancianos que platican en la esquina, los oyes quejarse de sus míseras pensiones. Te encuentras, con las mujeres que vuelven de la leche, la cuales se quejan, porque desde hoy, la bolsa vale más cara, y con lo que gana el marido, no se ajustan, para toda la semana.

Abordas el autobús, te sientas hasta el fondo. El trayecto hacia el centro, que comúnmente es de 30 minutos. Ahora se convierte en 1 hora y 50 minutos, y todo gracias a las manifestaciones, de los campesinos, que se quejan, porque después de 4 años de gobierno, no han recibido unos solo, de los apoyos que les fueron prometidos.

Los negocios apenas abren, los empleados lavan las banquetas, los vendedores ambulantes se pelean de muerte, cada espacio, cada metro de calle.
Las putas, alegres y conformes, entregan su respectiva cuota a los policías destacados en la zona. Sigues caminando, llegas a la alameda. Un grupo de granaderos con toda violencia, sube a dos camionetas, a unas cuantas mujeres campesinas, que vendían, perones y pepitas. Intentas abogar por ellas, sabes que es en vano, estos gorilas no entienden razones.

Caminas por avenida Juárez, atraviesas el eje central, tu intención es llegar al zócalo.

Miras a los niños pidiendo dinero, algunos sin zapatos, los más favorecidos con huaraches. Miras a los ancianos quejándose y con hambre. Miras la realidad, el olvido, la injusticia. En los puestos de periódico los pasquines presumen las fotos de los hombres más ricos del mundo. Entre ellos unos cuantos compatriotas. A ellos por supuesto, también los miras, sonrientes, majestuosos, imponentes, cínicos, sabedores de todo el dinero que se chingaron. Que poca madre. Piensas, estos son los mismos, tipos del rescate bancario. Que poca madre, justo ahora que el gobierno anuncia, que no será paternalista, con los pobres, que todos los ciudadanos tendrán que asumir sus responsabilidades. Que poca madre carajo, insistes, mientras aprietas los puños. ¿ Que no fueron éstos a los que favoreció el rescate bancario?.

Llegas al zócalo, te sientas en la banqueta, enciendes un camel. Diriges la mirada hacia todas partes, la gente, los edificios, los templos religiosos, el cielo. Todo parece tan pacifico. Tan tranquilo, tan dormido. Te levantas, no puedes, no debes permitir, que el letargo te atrape. Éste país es un gigante que permanece dormido, hay que moverlo, agitarlo, pellizcarlo si es necesario, para que despierte.

Se escuchan gritos y consignas, por distintas calles, van llegando manifestaciones. Contingentes diversos. En algunas consignas, se escuchas la palabra revolución, la cuál te agrada. Así que buscas mezclarte con los que protestan, no conoces la razón, pero no importa, no es necesario, la causa es la misma.



Ciudad de México. A 03 de Agosto de 2004

Texto agregado el 25-08-2004, y leído por 117 visitantes. (1 voto)


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