Colgué el teléfono y supe que todo había terminado.
Cogí el paquete de tabaco de la mesilla, y acostado en la cama mirando el cielo blanco que se caía sobre mi cabeza pensé que ahora todas esas canciones sí que tenían sentido. Pensé que todo lo que se había escrito sobre el abandono a una mujer me pertenecía a mí. Saqué un cigarrillo del paquete, lo encendí, y le di una profunda calada. Y repentinamente sentí que tenía que escuchar una canción. Esa canción podría explicármelo todo. Por qué la había dejado, por qué no aguanté más, por qué había agarrado el teléfono y marcado sin más. Así que busqué el disco: “The freewheelin’ Bob Dylan”. Canción número siete. Ya empieza. Yo ya sabía que “Don’t think twice, it’s alright” era la mejor canción del bueno de Bob, lo que no sabía es que, en un momento de la vida, esa canción iba a definir de forma tan perfecta mi estado de ánimo. Deseé con todas mis fuerzas haber sido yo el que había escrito esa canción para ella. El que un día cogió su guitarra, se sentó con un cigarrillo después de abandonar a quien más había amado, y escribió esa letra acompañada de las notas más melancólicas que se habían tocado con una guitarra. Pero no la escribí yo. La escribió el tipo estaba apoyado en la puerta de mi habitación.

- ¿Pero a ti qué te pasa?
- Joder, ¡eres Bob Dylan!
- Vaya, me has reconocido. Que avispado. ¿qué coño te pasa?
- No sé, Bob. ¿Por qué la he dejado? No estoy seguro de lo que he hecho.
- Claro que no. ¿Crees que si yo hubiera estado seguro hubiera escrito lo que está sonando ahora? ¿Crees que por qué mi voz esté diciendo por esos altavoces “no lo pienses dos veces” yo no me lo pensé dos veces? No, colega. Todas eso lo escribí porque necesitaba expresar esa duda. Si lo hubiera tenido todo clarísimo la hubiera dejado y me hubiera ido a tomar una cerveza con Jimi. Pero no, no tenía ganas de irme a tomar una cerveza. Tenía ganas de sentarme con un cigarrillo a escribir todo eso sobre ella. Tenía que explicármelo de alguna forma, y bueno, yo soy Bob Dylan. ¿Qué mejor forma que con una canción? Si piensas que mi canción te define ahora mismo, es que debes tener tantas dudas como yo tenía entonces.
- ¿Entonces que me sugieres?
- Bueno, chaval, piensa que si hay tantas canciones sobre el abandono debe ser por algo ¿no? Hay dos grandes avivadores de la inspiración artística: El dolor y la duda. Gracias a ellos dos, se han escrito las mejores canciones de la historia.
- Entonces en estos últimos años el dolor y la duda no te han debido visitar muy a menudo, ¿no?.
- Que te jodan, amigo. Ni siquiera yo puedo ayudarte.

Eso es lo que él creía. Me senté sobre la cama, saqué la guitarra de su funda, cogí el cuaderno y un bolígrafo y apagué mi cigarrillo. Todo tiene un porqué.