08 Hrs: Exactamente a la hora acordada nos preparamos para zarpar; se nos ha informado –por fuentes confiables- que podemos encontrar oro en una isla no muy conocida, aunque por algo será. Sólo se nos fue dicho que hallar oro es seguro. Sin embargo, se trata de una isla no muy accesible, con tormentas a cada hora y difícil encontrar un sitio donde anclar; es peligroso fondear con tantos desniveles; además, al parecer, sus orillas están repletas de rocas puntiagudas que impiden atracar a cualquiera. No obstante, mis hombres están acostumbrados a ese tipo de situaciones.

Recuerdo aquella ocasión cuando Kamakani –encargado de la navegación-, sin ayuda de nadie, pudo curvear entre una pila de rocas –muy filosas, pude ver-, a las cuales seguro íbamos a sentir destruir el barco y a nosotros con él. Aquel día, Kamakani se ganó mi respeto y el de todos en la tripulación. Kamakani es un tipo muy especial, así cualquier hombre en esta embarcación. Su nombre significa literalmente “El viento”, proviene de un pequeño pueblo de Hawái; cuando le encontré, estaba en la calle armándola con unos xenófobos, que pudieron notar su ausente autoctonía.