DE MIS MEMORIAS

A veces camino sobre mis otros pasos
buscando las huellas de la infancia.
La canción de cuna con la voz de mi madre,
el soldado de plomo sin cabeza, la ronda inmortal.
Lo intangible de las horas felices.
el miedo irracional a la oscuridad, que aún me persigue .

A veces un bostezo del tiempo me retrae
a mis nostalgias y vuelvo a verme intacta,
virginal, desnuda de falacias, prístina.
Con el corazón dibujado sobre el canesú
de todos los vestidos con volados de los sábados.
Sacudiendo las últimas plumas del ángel de la guarda.

A veces mi sombra me delata,
acurrucada en el regazo de la abuela,
siempre de luctuoso negro.
Madurando con los ojos, las uvas y las brevas,
mientras la soledad de los atardeceres,
se evapora con el caldo hirviendo en la olla ennegrecida.

A veces recorro los giros perdidos del ballet,
la ternura de la “mademoiselle”
y su gutural francés imperfecto.
La cadencia de las horas dibujadas sin atril,
con los pomos de los óleos desordenados.
El viento en el alma, sin pausas.

A veces en el tañido del piano, creo oírme
murmurando escalas con los dedos doloridos
y el ronquido tenue de mamá, en el calor de la siesta
acompasando mi propia respiración.
Claves de sol en cada mano y todas las melodías
Oscilando como el metrónomo de la propia vida.

A veces me duelen los pies de la primera cita,
que me trajeron con algo de más y algo de menos.
Aquellos que me sostuvieron al descubrir
la existencia de los sexos y sus nexos,
la caída al vacío en el orgasmo.
El regreso a la vida con el cuerpo cambiado.

A veces me pongo en la piel de mi otra yo
y camino descalza sobre las ascuas
de la que fui a los veinte y a los treinta.
Me irrito con las naderías del llanto vertido
y me purifico con el fuego de las caricias
que no se quedaron en la superficie.

A veces soy más vieja que mis años.
Como si la conciencia tejiera culpas irrefrenables
y las pasiones congeladas en las vértebras,
me castigaran con este andar simiesco,
que se burla de mi, frente al espejo.
El labial ya no oculta el dolor de mi sonrisa.


A veces pienso en la tumba que me aguarda
como un útero novísimo y profundo.
Un silencio poblado de voces amadas
y la tierra brotando de mis poros,
enraizándome otra vez al circulo de mi historia
Para volver a comenzar,
sin memoria de mis memorias.