No es que esté viajando o me haya escapado
del cómodo sitio donde me arrellano,
sino es que mi alma a decidido irse a vagar
y mi cuerpo no tiene más remedio que alcanzarla
para darle de comer y velar por sus descansos.

Pero sobre todo, y esto no es un gran secreto,
porque tiene miedo a que se le vaya ocurrir
irse al sitio de los que moran entre los arcanos.

Entonces cuando no tenga más a quien servir
se ira pudriendo hasta desaparecer,
sin que por esto mi alma sienta alguna culpa.

No es porque sea indolente, sino que nunca han firmado
un pacto contra el miedo que acarrea la marcha del tiempo,
que todo lo trae y que siempre se lo lleva todo,
dejándonos tan solamente aquellas preguntas
que no las contesta nadie, aunque se tenga llena la boca
de todas esas verdades que nunca nos dicen nada.

Me voy porque mi alma, sin mi consentimiento,
quiere echarse a perder entre los laberintos del olvido.

No sientan pena si no volvemos,
porque talvez acabemos tropezándonos con la felicidad
en el paraíso perdido de alguna existencia que tuvimos
en un remoto lugar del camino de la vida.