CONTRATIEMPOS
La lluvia caía incesantemente, las ramas de los árboles se doblegan al paso del viento, el cual luchaba titánicamente con mi paraguas, que apenas podía sostenerlo, ya que mis manos estaban ocupadas por los libros y además cargando ese obsequio inútil que acababan de darme.
A quién se le puede ocurrir regalar algo de tan mal gusto, esta canastita ridícula con esas flores de nylon rojo (color que detesto) y además llamarla artesanía.
Trato de buscar las llaves dentro de mi cartera y no las encuentro, el paraguas se vuela, los libros se me resbalan de las manos, continúo hurgando en la cartera y nada...¿dónde las habré puesto? ¿Por qué las mujeres cargamos los bolsos con tantas cosas y la mayoría de ellas innecesarias? Y este paquete que no me deja manipular.
¡Aquí están al fin!
Al sacar las llaves siento que mi anillo con el corazón de oro se engancha en el llavero y cae rodando por la vereda. Escucho el ruido metálico golpeando el piso, pero no logro verlo. Con tantas cosas que tengo en las manos y este paquete con la canasta de mierda.
Tiro todo al piso y rastreo mi anillo, la lluvia comienza a caer más fuerte, no lo veo, dónde estará...me muero si lo pierdo, es el anillo que me regalo el padre de Gustavo, hace 19 años que lo llevo puesto, no puedo perderlo.
Sigo buscando, pero no lo encuentro, ¿habrá rodado por la alcantarilla?. Mis lágrimas se confunden con el agua que moja mi cara, doy un paso hacia atrás y siento que piso algo, miro y es mi anillo. Uff, que alivio!!! Me agacho a recogerlo y lo vuelvo a poner en mi dedo.
Levanto el paraguas, los libros, el paquete con la ridícula canasta con las flores de nylon rojo, abro la puerta y entro a mi casa.
Paula
Ago’02
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