Fragilidad en el alma
al rememorar los girasoles
que giraban hacía la luz que irradiabas,
amor que no fuiste ni serás
ni en esta vida ni en ninguna otra.

Dejé de preguntarme si regresarás algún día,
me he acostumbrado a tu ausencia
y ella me abraza cada herida,
ausencia pálida y apagada
vibro si me trae tu mirada encendida.

Los humanos lastiman y se marchan,
mientras la infancia es un jardín
de vastas esperanzas,
mientras los fetos que no fueron deseados
son llevados por la muerte a sus espaldas.

Los días se llenan de presencias vacías
ante tu ausencia que se intensifica a estas horas
como una penitencia burlona,
los años se pasarán, bohemio con labios de rosas,
y te llevaré como un dolor infinito
que de sus tristezas desprenderá bellos aromas.

Ángel maldito,
¡vamos a patear piedras por los baldíos!,
necesito verte brillar aunque ya no orbites mi sol
y tu destino sin mí hayas decidido.

¡Todavía no he comprendido el porqué te has ido!
conteniendo mi corazón sobre tu pecho de caramelo,
haciendo de mis demonios un ovillo primitivo
que hiló uno a uno los sentimientos
que frente al universo se han suspendido.