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Esto ni es un cuento ni me pertenece, es una historia real que marca una época de mi humano, su autor.


Con el permiso del dioS gato...

ANÉCDOTAS.
Fue un Viernes a la Noche de 1977.

¿Cuántos años tenía? Apenas 21, al igual que todos mis amigos. Mi barra.
Estábamos a eso de las 10 de la noche en el bar de la esquina de Martín de Gainza y Gaona, frente al Cid Campeador, en mi barrio, Caballito.
Nos juntábamos por orden de aparición. El Colorado Ernesto S, el Gordo Burgos, Carlitos L., Lucho F. y algunos más que no recuerdo ahora.
Boludeando, en algún momento alguien propuso ir a jugar al billar. Yo jugaba, no era bueno, pero así se pasaba el tiempo igual hasta que surgiera algo mejor.
Pero esa noche no me sumé a la propuesta, me quedé solo, esperando a que llegara Tavi, y después nos uniríamos al grupo en el billar, que quedaba a una cuadra, cruzando la avenida Honorio Pueyrredón, esquina Diaz Velez, también frente a la inmutable estatua del Cid Campeador.
Unos minutos después cayó Fittipaldi, seguramente me preguntó si estaba solo y seguramente le respondí que no, que los demás al verlo llegar se metieron debajo de la mesa.
Le dije que habían ido al billar y a su encuentro salió Fittipaldi. Pero regresó enseguida…
- Che Danny, no hay nadie en el billar, me dijo
- Capaz que no había lugar y se fueron al de avenida San Martín…
- No… En el billar NO HAY NADIE, está vacío
- Ah… entonces se los llevaron en cana. Le dije como en joda.
Después no sé qué hicimos, seguramente llegaron otros y seguimos tomando cafés hasta que nos aburrimos.
Serían las 8 de la mañana del sábado cuando sonó el teléfono, no el celular, sino esos armatostes negros a disco de esos años. No había celulares ni whatsapp por ese entonces, incluso muchos ni teléfono tenían.
Dormidísimo atendí desde la cama, porque tenía la ventaja de tenerlo al alcance de la mano.
- Hola ¿Daniel?
- Si ¿quién habla?
- Soy la mamá de Lucho.
- Buen día señora ¿cómo está?
- Te llamo porque Lucho tiene que ir a trabajar y no vino a dormir ¿sabés dónde puede estar?
- Sí… llame o vaya a la comisaría 11
No se como reaccionó la mamá de Lucho, pero yo era así de sensible y diplomático (y aún lo soy, creo).
Pero ¿qué había pasado? ¿fue una premonición lo mío o era algo a lo que estábamos mal acostumbrados en esos años?
Sucedió que salieron del bar donde estábamos y enfilaron para el billar, para ello pasaron por la pizzería Giovanín, por la confitería La Marne y una larga cuadra donde hay un edificio en el lugar que antes estaba el cine Río de la Plata (el único cine al cual se entraba por detrás de la pantalla). Llegaron a la esquina de la avenida Honorio Pueyrredón y “vieron” mientras cruzaban que adentro del billar estaba la poli.
Iban a dar media vuelta cuando el Gordo Burgos dijo: ¿Tienen todos documentos? ¿sí? ¿cuál es el problema entonces? Vamos, crucemos.
Y cruzaron, con el gordo a la cabeza. Entraron por la puerta que daba a la avenida Honorio Pueyrredón con el documento en la mano. Un atento policía de la 11 se los recibía y les indicaba que salieran por la puerta que daba a la avenida Diaz Velez. Allí otro atento policía los invitaba a subir al patrullero.
Resumiendo: entre 24 y 48 horas en cana. Algunos hasta el lunes por la mañana. Recuerdo que en el calabozo cada vez que el gordo Burgos respiraba un poco fuerte le pegaban una trompada en el brazo. Después de todo, la culpa era de él por haberlos convencido de cruzar la avenida, De no haberlo hecho, hubieran estado en jurisdicción de la comisaría 13, donde ya los conocían por haberlos invitado varias veces.
Fin.

Esta es una anécdota hoy risueña, sin embargo, era como se vivía en esos años. Cuando no había diferencia entre ser un subversivo o no, eras joven y por eso ya eras sospechoso. ¿tenías el pelo largo? Eras dos veces sospechoso. ¿Eras mujer y usabas minifalda? Entonces eras una puta y te podían manosear o violar, porque te lo estabas buscando. No es joda, ERA ASÍ.
Hoy pensaba en qué nos hubiese sucedido si además hubieran estado de moda los tatuajes, daba por lo menos para cadena perpetua.

Quntur


Nota: Vaya aquí también mi recuerdo para el Gordo Burgos y el Colorado Senatore, dos amigos que ya partieron. De esos ue tienes desde los cinco o seis años de edad.

Texto agregado el 30-05-2019, y leído por 107 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
31-05-2019 Yo viví la dictadura de Pinochet; siendo rockero desde mis más tiernos años a mediados de los 80 en Chile quién tuviese el pelo largo, vistiera de negro, o escuchase heavy metal (rock satánico para los curas, siendo estos los satanistas violadores de niños) pasaba largas horas en los calabozos de la policía. Me gustó tu trabajo. Saludos desde Iquique Chile. vejete_rockero-48
31-05-2019 Que época tristemente famosa. Vaya_vaya_las_palabras
 
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