Esa silla guarda el recuerdo del tiempo detenido en medio de la puerta y el zaguán donde el ingrávido sol calienta sus espaldas mientras en el suelo yacen rodando los autos y canicas.

El tiempo se detiene y oigo los susurros del lenguaje nacido del secreto y la imaginación.

Se detiene el tiempo...

Recuerdo las arrugas de tus manos, la chompa sobrepuesta que ayuda al palideciente sol a abrigar tus hombros y tus sueños.

Se detiene la tarde y vuelvo a la casa, al patio, a la silla y al zaguán que arrancaron las más bellas melodías de mi sensible alma infantil.