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Inútil sin referencias. Capítulo 3

Entorno familiar. La Casa

Menos mal que no tienen que pagar casa y, aunque no muy a gusto, se van entendiendo y compartiendo el poco dinero que disponen e incluso, aunque no con excesivo entusiasmo, realizan las tareas más necesarias.

Toda su relación social, incluso con la familia de sus padres, la mantienen con y a través del bullicio de locales de hostelería.

No reciben visitas en casa, ni mantienen relación de vecindario, como cuando vivían sus padres. Son una familia atípica en todos los sentidos, pues se cobijan más que compartir, en un mismo domicilio, aunque coman juntos y de lo mismo y no haya diferencias a la hora de preparar la comida o ir a la compra, tanto en lo económico, como en el trato familiar.

La casa, la tienen distribuida tal como estaba en tiempos de sus padres. Ni se ha quitado, cambiado o modificado costumbre alguna. Por no cambiar, ni han sustituido los cristales rotos de los ventanales de la última planta, que no se habita.

Tampoco cuidan el jardín, ni los alrededores. Desde el exterior parece más un paraje abandonado, que una casa habitada. En el interior, se limitan a dejar pasar el tiempo, limpiando y recogiendo únicamente lo imprescindible o lo que cada uno ha manchado, especialmente si nota que le está viendo alguien.

La planta baja, la utilizan todos para todo y es donde comen y pasan la mayor parte del tiempo. En la primera planta, están las habitaciones, aunque sin cerraduras y medio dividida en tres partes: la que utilizan Ana y Alejandro, otra que utiliza Teresa y su hijo Tomás y la utilizada por él, que ocupaban sus padres cuando vivían y que consta de dos habitaciones, un vestíbulo-vestidor y un baño.

La segunda planta y bajo cubierta, es más un trastero al que hace bastantes años que no sube nadie.

La parcela es bastante grande: tiene unos 5.000 metros y está cerrada por una valla metálica cubierta de cierre vegetal, de casi dos metros de altura y muy tupido, que hace que sea muy difícil atravesarlo, con lo que no tienen miedo a que pase nadie.

Además de la casa, hay un viejo invernadero, una pequeña rosaleda con dos bancos de madera y una zona más frondosa de manzanos y arboleda silvestre.

Esta casa, ya no es morada apropiada ni para las palomas que habitan en la cubierta, junto a los fantasmas de la primera dinastía “San Martín de la Vega”, que tan orgullosamente paseaba su abuelo y después su padre, por esos acuartelamientos militares donde ganaron medallas, honores y lo poco que poseen.

De noche, más que dormir, durante el verano tienen bastante entretenimiento con la invasión de mosquitos que los acribillan por todas partes. La edificación, de ventanales grandes y techos muy altos y cortinajes, alfombras y muebles de cuando la construyó su abuelo, siempre estuvo al cuidado de varios criados que se ocupaban de la comida, de ellos y también del jardín y de la casa.

Hoy, que ya no hay criados y está más poblada que nunca; además de ellos y los fantasmas que su hermana Teresa y Tomás, están seguros de haber sentido y oído alguna vez, está invadida de toda la variedad de bichitos censados en varios kilómetros a la redonda.

Hay cucarachas de varios tamaños, tipos y colores: negras, rubias, gordas, alargadas, con el lomo plano o encorvado, cabeza del mismo color que el caparazón o más clara; hormigas caseras y de hormiguero, que componen un abanico multicolor de razas y tamaños.

Le sorprende lo respetuosas que son con el territorio. Cada uno, cada grupo, nunca invade el de los demás. Conviven sin conflicto de especies. Los suelos y las paredes, hasta una altura de máximo un metro, es territorio exclusivo de hormigas y cucarachas, aunque a veces ha visto algún gusanillo, que cree es larva de alguna de estas especies, pero que no son habituales.

El espacio aéreo, donde realizan acrobacias de entrenamiento y también como inspección de objetivos, está amenizado por insectos típicamente caseros y habituales de las casas rurales: moscas, mosquitos y de vez en cuando, algún abejorro. Las moscas, cree que son siempre las mismas y de la misma familia, pero los mosquitos, que rara vez llega a ver alguno, son diferentes en raza y tamaño.

Los distingue por el ruido de sus motores, algunos como viejos reactores de guerra y otros, los menos, auténticos cazas de vuelo supersónico, pues antes de detectar el ruido del vuelo, ya notas el aguijón de la picadura; y tan veloces, que el manotazo instintivo que le larga a esa parte de su anatomía ya castigada con el veneno y la succión de sangre, le elimina las pocas defensas que le quedan con el mazazo que, por añadidura, él mismo se propina.

Los mosquitos, técnicamente están mucho mejor dotados que cualquier otro insecto. Pueden actuar con luz, a oscuras, sobre objetivos a la vista o incluso camuflados o escondidos por telas, ropajes o cubiertos por varias capas de cremas, ungüentos e incluso repelentes olorosos y bacteriológicos, ideados como arma defensiva contra sus ataques.

Nunca ves el cadáver de un mosquito. Sus actuaciones son rápidas, cortas y muy efectivas. Conseguido el botín y cumplida la misión, desaparecen.

Para él, todo esto forma parte de la casa y también de la familia. Habitan la casa desde antiguo y dice que disfrutarán de los mismos derechos que los demás.

Que sepa, no hay ratones, aunque de ver alguno algún día, no le sorprendería nada. En el jardín, si sabe que hay topos, por los montoncitos de tierra que periódicamente van apareciendo, pero le dijo alguien, que son muy beneficiosos y él, es bastante respetuoso con la naturaleza.

En los alrededores de la casa y repartidos por el jardín, también hay lagartijas, caracoles y animalejos típicos e inofensivos de la zona. También tienen un galgo afgano, de fina estampa y pelo muy sedoso, muy elegante y distinguido, que parece un Lord.

Para sacarlo de paseo, necesita sesión de lavado, peinado y manicura, pero por lo demás se pasa la vida sesteando, como los demás. Vive en casa, pero sale a desahogarse en sus necesidades al exterior y lo hace al fondo entre la arboleda, sin que moleste a nadie.

Es un experto cazador de moscas, que hace tumbado en el porche y las caza al vuelo. Sólo las caza. Cuando captura alguna, realiza unas muecas muy divertidas, en un intento de escupirlas sobre la tierra.

Este perro tiene toda la fuerza y habilidades en la boca, pero no sabe escupir. Le gusta contemplarlo cuando cazas moscas, por la rapidez en lanzar el bocado sobre el insecto, consiguiendo mayor velocidad y finalmente atrapándolo. A veces, intenta hacer lo mismo con sus manos, pero casi nunca consigue más que cansarse y bracear como un idiota.

Con el verano desaparecen todos los insectos, salvo algunos organizados batallones de hormigas pequeñitas, que se quedan todo el año, laboriosas y a lo suyo, pero nada molestas.

En primavera y otoño, las estaciones más generosas y confortables para disfrutar y contemplar los exteriores de la casa hacen algún arreglo en el arbolado y abonan y siegan la pradera que la rodea, para ya casi en noviembre quitar la hojarasca que invade la finca.

En invierno, cuando los insectos se esconden, se dedican a asustar el frío y los fantasmas, que también se guardan y se asoman entre las cortinas y por los cristales rotos que tiene la casa. Cada invierno, recuerda el de aquel año: crudo y frío en el exterior y en sus cabezas, porque la casa en aquella época era luminosa, cálida y familiar.

Además de sus padres y sus dos hermanos, vivía con ellos Hortensia, la cocinera, y Matías, que actuaba de jardinero, chofer y secretario de su padre.

Contra viento y marea Ana y él decidieron viajar a Londres con Teresa y Alejandro, en busca de libertad y para afianzarse como adultos y dar un escarmiento a su padre, cansados de tanta disciplina, tanta puntualidad y tantos sermones.

De aquí salieron cuatro, pero la vuelta fue espantosa para sus padres; Ana y Alejandro emparejados y Teresa embarazada. Fue muy problemático al principio, pero a los tres meses y después de no aparecer más que a por dinero, ropa limpia y algún atracón de comida, -siempre que no estuviera su padre en casa-, aquella caída de su madre y la posterior operación de cadera reconcilió a todos con su padre, quien dispuso que volvieran todos a casa. Ya van casi nueve años.

Ahora, es todo muy diferente, por primera vez, tienen problemas de dinero y ninguno sabe hacer nada que pueda generar ingresos, ni un oficio que permita ganar algo cada mes, a pesar de que sus padres les buscaron los mejores profesores y trataron de enviarlos a los mejores colegios (o a los más caros), al final ¿qué fue lo que aprendieron? ¿Qué es lo que saben? Nada, o al menos nada de lo que tenga valor en los tiempos actuales.

Ana y Teresa, estudiaron piano, pero... ¿saben tocarlo? También francés e inglés... y cuando estuvieron en Londres, era él el que tenía que pedirlo todo. Lo poco que sabe, que no sabe nada, también se lo debe al Surf y sirve para viajar, que le entienden o por lo menos, consigue resolver las situaciones más elementales como comer, refrescarse, tomar un trago, buscar un taxi, encontrar una habitación y volver a casa sin demasiadas complicaciones.

Es para lo único que sirve un idioma, lo dice él. Pero ellas, que lo estudiaron y hasta tienen título que lo acredita, no son capaces ni de llamar por teléfono y a él, que no estudió nada, lo llevaban de intérprete.

A él le gusta la vida y si le gusta la vida, la llegas a entender y con ella, todo lo que te rodea: personas, animales y lo que se presente. Sólo hay que vivir cada instante, cada ocasión, cada segundo, cada situación.

Ana y Teresa también estudiaron arte: románico, gótico, plateresco y jónico y no sé cuantos más. También hablan de literatura de los clásicos, poetas del siglo de oro y dicen amar el arte contemporáneo. Todo sandeces; lo dicen, como lo de los currículos, pero es todo mentira.

Leen lo mismo que él. Lo mismo no, que ellas, los periódicos ni los abren; revisteo y les vale cualquier cosa que tenga fotos en color y aparezcan modelos, moda o algún exceso en celulitis que pueda lucir cualquier famosilla conocida. Les vale cualquier revista, aunque sea de semanas atrasadas.

Desde que Hortensia se fue al pueblo con su madre, aquí comen enlatados, pizzas, precocinados y demasiada basura. Menos mal que con los vinos baratos que toman por ahí, de paso les obsequian con bastantes “aperitivos” y por regla general, salvo los fines de semana, el “aperitivo” también sirve de sustento y como ayuda, para lucir cuerpos esbeltos y carentes de grasas.

Se les escapa la vida como cada tarde triste, como escapan los días y los meses. Y así un año tras otro, sin ningún sobresalto que rompa la rutina y el aburrimiento y especialmente, este vivir a duras penas que, desde que casi agotaron las reservas que les dejaron sus padres, lleva toda la familia.

No saben nada de cocina, coser un botón o hacer algo práctico como hacer funcionar la calefacción que tienen en casa. Es de carbón (de leña y carbón), no tiene ningún mecanismo complicado, como botones, luces y cosas parecidas; solo dos puertas, una pequeña parrilla interior donde se coloca la leña y ya encendida, el carbón; dos relojes para la temperatura y la presión del agua y la bomba que impulsa el agua a los radiadores.

Aparentemente, todo funciona: enciende y enseguida se calienta el cuarto donde está instalada y gira la flechita de la bomba, pero el calor, no llega al resto de la casa. Solo se templan los tubos que alimentan los radiadores, pero solo se caldean así que, como no hay dinero para llamar a un técnico, a rascar frío y a joderse poniendo mantas.

Sí, de verdad, se siente inútil, el más inútil de esta casa, porque es el que se da cuenta. Los demás, como no lo notan, tan panchos; Tampoco lo notaba él hasta que le entrevistó el pijo aquel. No fue la entrevista. Fue la reflexión posterior sobre como encontrar un trabajo.

Empieza a pensar que tiene que elaborar un currículo adecuado y a partir de ahí, buscará la forma de encontrar un trabajo. Hará el currículo que la gente quiere ver, cuando se le solicita un trabajo. El próximo pijo que le entreviste, debe sentirse orgulloso, viéndole a él como el candidato más idóneo para cubrir el empleo que ofrece.


Texto agregado el 06-12-2021, y leído por 144 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-12-2021 Me gustó la forme de describir la casa, su entorno y como derivó todo en el personaje central que comienza a revelarse poco a poco. Saludos, sheisan
 
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