Crónica de actualidad


Mis vacas están flacas



La verdad es que las pocas vacas que aún me quedan cada día están más flacas. Debido a la sequía climática los pastos del campo que las alimentan, no brotan y a duras penas pueden saciar su sed. Incluso el agua para el consumo humano se está racionando y el forraje que viene en ayuda no llega o se desvía por caminos, por alguna razón, más atrayentes que los míos y que además prometen… frutas, granos, hortalizas y más votos para la próxima elección.

—¡ Ayayayyy… mis pobres vacas¡ Ni leche, ni queso, y mucho menos carne para un asado.
—¡Pero si hasta las ovejas están muriendo de hambre! Y las gallinas ponen huevos de vez en cuando.
—¡Y empollar ni para cuándo! Si el gallo está tan débil como el toro y el carnero.

Doce años de sequía continua y acumulativa, por acá en mis tierras, sin embrago aun así no creo en el calentamiento global y el cambio de clima fatal que auguran, según sus conveniencias, personas, sociedades, empresas, consorcios, ávidas/os de utilidades económicas y por otro lado organismos internacionales generadores de políticas tendientes a establecer una hegemonía universal que incluso para sustentar sus políticas se aprovechan de defensores idealistas bien intencionados que promueven el bienestar de la humanidad..

Si creo en cambios cíclicos propios de la naturaleza del universo y también en la autodestrucción consensuada y consentida de la especie humana, pero no a la velocidad y la forma en que se publicita con los afanes propios de lo ya explicado. Cambios que en realidad pueden darse en un proceso evolutivo lento por miles e incluso millones de años, o también tan cercano y a la velocidad que lleva de pulsar el botón del exterminio total por algún político ávido de poder, un militar trastornado por el afán de mando o un fanático religioso que cree que con las bombas puede crear el dios que salvará al mundo.

Y lo peor es esa otra sequía —la llamo sequía porque no sé de qué otra forma llamarla sin caer en exabruptos que no son de mi estilo— que es tanto o más dañina que la climática, me refiero a la inoperancia que se encuentra enquistada en nuestros parlamentos y nuestros gobernantes.
Esos que después de obtener sus cargos con promesas tentadoras, pero falsas que se suman a nuestros votos esperanzados, se olvidaron de nosotros sus supuestos representados y lo único que buscan es obedecer órdenes de partidos o directrices de organismos internacionales que se han erigido como paladines de libertad, progreso y bienestar mundial, para lo cual crean programas y políticas que están transformando la libertad en un corral de seres manipulados en aras de beneficios mezquinos, de grupo, de partido y de aquellos que se creen los salvadores de la humanidad, aunque además es muy notorio que como políticos que detentan una representación y aun que sea una mínima cuota de poder, su mayor interés es conseguir beneficio personal.

Y creo que ya no hay políticos de izquierdas y/o de derechas, sino que por tratar de agarrar todo lo que puedan de la torta o pastel, están metiendo las dos manos (Izquierda y derecha) en la tómbola de reparto e incluso meten los pies ¿O debo decir las patas?

En tiempos de sequía mientras las vacas enflaquecen los oportunistas engordan.

P. s.
Si por casualidad hay algún político que escape a estas reflexiones mías, le ruego que me perdone. Y si me consigue un vale por 1.832 fardos de forraje en el Ministerio de Agricultura le aseguro que en las próximas elecciones podrá contar con mi voto incondicional y además será el primero que invitaré a un buen asado… si es que engordan mis vacas.