Para variar les comparto este fragmento del capítulo 17 de mi novela Batalla entre Mutantes, que alguna vez estuvo en esta página.
17
EN MARCHA
Los artefactos espaciales que custodiaban a la bestia se hicieron visibles en el cielo capitalino, cien extraordinarios sistemas aeroespaciales volaban haciendo un halo luminoso parecido al fenómeno que ocurre en el astro solar o lunar. Su vuelo sofisticado dejaba pasmada la capacidad del hombre para reaccionar, era la semejanza de una marcha ceremonial alrededor de su víctima y tan macabra como la que hace el ave rapaz antes de devorar las entrañas del caído, antes y antes de apuntillar cada tejido que forman al organismo perecido. Las sombras de las naves extra planetarias pasaron secuenciales y a gran velocidad sobre los edificios, sobre todas las casas habitadas y sobre la deshojada alborada perimetral de la humilde capital devastada. Se apreciaba Venus, distante en el centro del halo ceremonial, muy inquieta y sofocante, más ardiente, más cerquita y amenazante con lanzar algunas lavas sulfúricas en nuestra atmósfera terrestre.
¡Peligro!, el deforme Vulcano según la mitología remolinaba a los terrenos Venusianos, muy irritado, borrascoso, con los cíclopes forjadores de energía destructiva, voraz como el can Cerbero en su locura entre llamas abismales, en su fortaleza de azufre y en la viscosa laguna de fluidos que hierven en la tenebrosa ultratumba.
La estrella central o el sol, según los astrónomos estaba más incandescente, más eruptiva, por eso la tierra estaba en constante acecho. Este astro y sus tormentas acabaron con los satélites terrestres, ahora tenía ansias de devorar a Mercurio y empujar a Venus contra la tierra para que la diosa chamuscada y embravecida abrazara nuestro indefenso y maltratado globo terrestre. La diosa romana llamada Venus en la antigüedad iba a colmarnos de calor, no de amor, no de esplendor y su estatua y sus atributos mágicos y sus templos de adoración solo serían la locura en que vivieron los bárbaros endemoniados de aquel entonces.
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