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Éramos tan felices…

¿Cómo olvidar el pasado si el presente me lo recuerda a cada instante?
La casa está igual, todo permanece en su debido lugar, aunque ya nada sea igual.
La recorro desde la puerta de entrada hasta el sótano…
El sótano, ese es el único lugar que veo cambiado, se nota que nadie ha entrado desde…
Trato de no recordar, pero eso no será posible mientras viva.
Después de meses de continuo sufrimiento he vuelto tratando de recuperar mi vida, trato, pienso, vuelvo atrás en el tiempo y veo todo en mi mente como aquél fatídico día.
Nadie ha entrado desde entonces, ella no está, aunque la veo y la oigo en cada rincón de la casa.
Éramos tan felices…
No lo vi venir, jamás pasó por mi mente que algo así pudiera pasar, no a nosotros.
Su retrato colgado de la pared del salón me la recuerda y sufro pensando en lo sucedido.
El día que mi hermano vino por primera vez a nuestra casa, vi su mirada puesta en ella y el temblor de sus labios al saludarla.
Por ese entonces aún no sabía que se conocían, mi hermano vivía en el campo y no salía de su estancia, por lo menos eso era lo que pensaba, pero no era tan así, los fines de semana venía a la capital sin decirme, por supuesto que no tenía que hacerlo, pero ni siquiera pasaba por mi casa a saludar y a conocer a Fabiana, mi esposa y aunque muchas veces se lo pedí, decía que ya tendría el placer de conocerla.
¿Cómo iba a imaginar lo que ocurría a mis espaldas?
Siempre supe que mi hermano era una bala perdida, pero hacerme eso a mí…
La noche que los encontré conversando en la sala me alegré, pensé que era el comienzo de una amistad verdadera entre ella y él.
¡Qué equivocado estaba!
Fabiana comenzó a cambiar, lo que nunca hacía, salir sola, comenzó a hacerlo más seguido que de costumbre y yo sin imaginarme lo que estaba ocurriendo.
El día que ocurrió la tragedia fue el peor día de mi vida, regresé a casa un poco más temprano y allí estaban, sonrientes ante una taza de café, mi imaginación voló e imaginé lo peor.
Caí sobre ellos y casi los mato, cuando me enojo mi fuerza es la de diez hombres, no pude matarlos, pero de no haber sido por la pronta intervención de la policía, que una vecina prudentemente llamó al oír los gritos, otro había sido el desenlace.
No estuve preso, mi internación en un hospital psiquiátrico fue terrible, pensaba que los había matado, todo era confuso para mí.
Hoy después de muchos meses he vuelto a mi casa donde Fabiana ya no está, se fue lejos de mí, aunque nadie sabe de su paradero, mi hermano sigue en su estancia, sólo como siempre, traté de comunicarme con él, pero es imposible, no contesta mis llamadas. Quizá se fueron juntos, no lo sé.
Me siento muy solo, los médicos dicen que estoy curado, aún siento esas ansias enormes de terminar con todo, pero sigo pensando en Fabiana. ¿Qué será de ella, dónde estará?
No puedo recordar por más que trato.
Mi memoria no es la misma de antes, sé que me dieron de alta hace unos días, pero no puedo recordar a dónde fui cuando salí del hospital por más que trato.
Aunque observando el sótano, tan limpio, me pregunto…
El timbre de la puerta suena insistentemente, subo a abrir la puerta y un hombre de traje y sombrero me muestra una placa y me dice que debo dejarlo entrar.
No sé qué puede querer la policía en mi casa, pero lo hago pasar, el hombre viene solo, me hace preguntas y me dice que tiene una orden para revisar la casa.
Le pregunto qué está pasando, qué busca y me contesta que, a mi esposa, la cual ha desaparecido desde hace unos días sin dejar rastro.
Le muestro la casa y luego el sótano.
Me siento raro, mis puños están cerrados y con un certero golpe derribo al hombre con tan mala suerte para él que se golpea la cabeza contra un baúl cerrado y a pesar de lamentarlo mucho pues el hombre me agradaba, lo coloqué sobre el cuerpo inerte de Fabiana, qué cosa tan rara, no recuerdo cómo fue a parar allí. Trato de revivirla, pero no reacciona.
Seguiré recorriendo la casa, me siento tan solo, me asomo a la ventana y veo un auto blanco, parece una ambulancia, quizá los llamé para ver qué le pasaba a Fabiana, abro la puerta y uno de ellos le dice al otro, doctor, al fin lo encontramos y hablan cosas incoherentes, como que debo volver con ellos, pero ¿a dónde? Me ponen algo así como una camisa y ya no puedo moverme, veo llegar a un patrullero, quizá si encuentran a Fabiana se recupere…
---Doctor, deberían buscar en el sótano, la luz está prendida…
---La policía acaba de entrar, imagino que allí debe estar la pobre mujer, no tuvimos tiempo de avisarle que su marido se había escapado, debe haber cambiado el número de su celular, ahora no creo que vuelva a salir va a estar internado el resto de su vida, pobre diablo, lo que hacen los celos. Casi mata a su mujer y a su hermano…
---Allí sale la policía, encontraron dos cadáveres en el sótano…
Omenia
1/7/2023

Texto agregado el 02-07-2023, y leído por 116 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
05-07-2023 Me agrada como vas manejando la trama del cuento, es como ir abriendo una caja, luego otra y otra hasta que al fina se devela el final. Abrazo grande. sendero
03-07-2023 Wow, qué triste historia, hay momentos de furia en los que una persona se ciega totalmente y pierde el sentido de la realidad, pienso que eso es lo que le sucedió al protagonista de tu entretenido relato. Aplausos. Gracias. gsap
03-07-2023 Muy ingenioso yosoyasi
 
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