HE LLEGADO A LAS FRONTERAS DEL AMOR: ¿Y AHORA QUE?

Los limites indican restricción, barrera, algo que no se puede rebasar. ¿Y en el amor eso es posible? ¿Tener un límite, un muro infranqueable, algo que no se puede conquistar, es real?
Claro que no. Quien ha amado sin límites, lo sabe bien. ¿Pero a que debe enfrentarse? Eso no lo sabe.
No tener fronteras no significa que se conoce lo que se debe conquistar. Amar es arrojarse al vacío, nadie conoce el fondo del abismo, solo tratamos de no herirnos, vana aspiración. Eso es amar.
La noche se apodera de la añeja ciudad, que con sus aletargados suspiros transformados en estertores, trata de sobrevivir. Las sombras rodean a Elizabeth. La oscuridad domina la tierra. El no poder ver es como el no poder descifrar el futuro. Todos vamos hacia él, sin que nos llame, pero no todos estamos conforme con su resultado.
Prende un cigarrillo con una cerrilla y su rosto es iluminado, a su pesar. Refleja una mujer de unos cincuenta años o quizás más, con un rostro que conserva, a penas, el que poseyó en su juventud. Los surcos, que suavemente se desplazan sobre su angelical cara, en forma muy respetuosa, muestran lo que los años hacen a los seres humanos en su engañosa eternidad. La belleza es efímera, como todo.
Peter fue el amor de su vida. Lo conoció en la preparatoria. Dos almas que por el azar se encontraron. Una estrella fugaz solo vive y muere en un instante, así fue el encuentro.
- ¿Disculpa, no encuentro la sala B, me puedes ayudar?
Solo una pregunta, una frase intrascendente, algo que muere solo al nacer puede determinar todo un destino, toda una vida. Pequeñas chispas del destino que definen el futuro.
-Por supuesto. Te acompaño, si no te molesta. Yo voy a esa misma sala.
¡Claro que no! Qué importancia puede tener a alguien como Peter que estudia matemáticas avanzadas, escuchar una clase de filosofía existencialista de Jean Paul Sartre. Solo el flechazo del amor lo justificaría.
Así es, no es posible definirlo, no es posible explicarlo, no es posible describirlo, no es posible mostrarlo, ni siquiera verlo, pero existe: es el amor.
Dos almas que por el azar colisionaron, y en lugar de destruirse, mutilarse, perecer, fueron capaces de florecer. Amor incondicional, sin límites.
- ¿Estás allí mi amor? -con dificultad Peter trata de pronunciar palabras que le dificultan por los tubos quirúrgicos.
Elizabeth le presiona con fuerza las manos que inertes le rodean su cuerpo.
Peter sabe que ella está allí para él. Tres décadas de convivencia no fueron suficientes para expresar su amor. Ni siquiera tuvieron hijos, por propia voluntad. Solo para amarse. Amor sin límites.
La luz de Peter se apaga lentamente y Elizabeth observa con su rostro arrasado por el llanto. El corazón de su amado se ralentiza: ya dice basta.
Finalmente su cuerpo se paraliza, el frío e insultante sonido del cardiograma muestra una raya horizontal, nada se puede hacer, la muerte se hace presente y toma lo que le corresponde: Peter.
Elizabeth se desmaya sobre su pecho, mientras ve su vida: una soledad futura, una desolación, solo ella y nadie más. Solo el vacío, la nada, la angustia de la pérdida, el sufrimiento, el dolor, la muerte con todas sus letras, eso es su destino, casi no puede respirar.
Se levanta cerenamente, le da un beso en la frente, camina con paso fuerte hacia la ventana del hospital y se arroja al abismo: de un sexto piso.
Elizabeth escalo las fronteras del amor, del abismo, de la nada, no podremos saber si encontró la paz o el infierno. Solo podemos saber, con certeza, que el amor no tiene límites ni fronteras, y mucho más grave, no tiene lógica o racionalidad.