“Las tres puertas están abiertas”, dijo una voz. “Eres privilegiado, puedes elegir a cuál de las tres entrar. La de la derecha es para entrar al Cielo, la de la izquierda para ir al Infierno. La del centro es el Purgatorio”. El hombre acababa de morir. Había sido bueno y malo a veces, como todos los humanos; pero quizás pesaban más sus acciones buenas que las otras, por eso le daban la oportunidad de elegir en donde pasar el resto de la eternidad. Se hallaba indeciso, sin saber bien que puerta elegir. Después de algunos minutos que parecieron siglos, se decidió: “¡No quiero entrar por ninguna puerta, mejor me regreso!”
Como el hombre estaba muerto y bien muerto, ya no tenía vida, así que regresó al mundo terrenal como fantasma. Se fue a residir a un viejo castillo inglés habilitado como museo, donde encontró otros fantasmas que increíblemente lo acogieron bien, quizás porque el muerto sabía hablar inglés, francés y por supuesto, español. Ahora se la pasa de lo más divertido en fiestas y francachelas. Y asustando a la gente que visita el lugar.