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Brujas.

Caminando sin rumbo, sin saber quién era ni tan sólo qué era, me encontraba aquella tarde de otoño en aquel lugar desconocido rodeada de personas tan diferentes entre sí que me miraban, que tampoco entendían el porqué de aquello que veían en una ciudad tan hermosa como lo es Brujas, en Bélgica.
No sentía nada, mi mente estaba completamente en blanco, seguía caminando como un zombi, recuerdo los canales tan hermosos con sus barcos pequeños atravesando sus aguas, alrededor las bellas casitas construidas en una época ya pasada pero que aún conservan su belleza inigualable.
Me vi mirándome, gracias al resplandor del sol, en aquella agua mansa y no supe qué ni quién era aquello, me estaba mirando a mí misma sin saberlo, era como si por primera vez viera algo tan extraño para mí.
Mi cabello rojizo, mis ojos de un verde oscuro se reflejaban haciéndome sentir… ni siquiera sé lo que sentía, estaba muy sucia, con el cabello enmarañado y descalza…
No sentía nada, ni pena, ni dolor, absolutamente nada…
Seguí caminando con la mirada fija en aquel lugar fascinante, con sus calles empedradas y aquel aroma exquisito a chocolate, pero nada era real, no podía serlo si ni siquiera me reconocía.
Estaba muy cansada creo que había caminado demasiado, me encontraba muy delgada y mi cuerpo no resistía seguir caminando sin saber a dónde ir cuando un banco en la enorme plaza quedó vacío, la gente hablaba distintos idiomas por lo que supuse que eran turistas, me acerqué y me senté, una persona se sentó junto a mí y me sobresalté al oír que me hablaba.
Se dirigía a mí en español y pude entender claramente lo que me decía, me preguntaba qué estaba haciendo por qué estaba tan desabrigada en una tarde tan fría de invierno, pero enmudecí, no sabía qué contestar.
El hombre me miró y me preguntó mi nombre y en ese momento mis ojos se cubrieron de un líquido salado transformado en gotas que mojaban mi rostro.
El me dijo que no llorara, que estaba allí para ayudarme a lo que le respondí que nada de lo que me preguntara tendría respuesta, yo no recordaba nada.
Me dijo que se llamaba Patricio, que era médico y que me quedara sentada unos minutos, él regresaría pronto.
Con mi mente vacía, sentía que allí debía quedarme, no sentía miedo, al contrario, Patricio me inspiraba confianza.
Luego de unos minutos, regresó, traía consigo un bolso con zapatillas deportivas, un pantalón y un buzo de lana.
Me pidió que me los pusiera y que lo acompañara, me iba a invitar a tomar un café.
Seguí al pie de la letra todo lo que me decía y lo seguí hasta un pequeño café que se encontraba en una de las esquinas de la plaza, allí lo vi hablar con el dueño del café y al volver a mi lado me dijo que entrara al baño y que me aseara un poco.
Al verme en el espejo no pude descubrir nada nuevo, un rostro que no me decía nada, pero que estaba muy sucio, me lavé la cara y las manos, ordené como pude mi cabello que ahora podía ver de un tono rojizo intenso y volví a la mesa donde Patricio, con una sonrisa, me esperaba.
Ahora sí, me dijo, al fin puedo ver tu rostro que antes con manchas sucias era imposible de saber en realidad, cómo era.
Patricio me dijo que había pedido no sólo un café, veía que no había comido por mucho tiempo y estaba seguro, que unos sándwiches me vendrían muy bien.
Luego de aquello, me dijo que me llevaría a la comisaría para saber si alguien me reconocía y podía ayudarme.
Al levantarme para seguirlo de pronto alguien al pasar chocó contra mi cuerpo y me hizo caer con tanta mala suerte que golpeé mi cabeza sobre el mármol del escalón de entrada y cuando desperté me encontraba en una cama de sábanas blancas y almidonadas.
Al fin te despiertas, como no se tu nombre voy a llamarte Pety, nombre que hasta el día de hoy me identifica.
Una doctora estaba a mi lado haciéndome un sinfín de preguntas que no pude contestar, ella también hablaba español por suerte ya que si lo hubiera hecho en francés menos aún podría contestar por desconocer ese idioma.
Me sentía mejor, ella me dijo que tuve un desmayo al caer y golpearme la cabeza, pero que no era nada que no se solucionara con un analgésico y que, gracias a Patricio, su compañero de trabajo, me sentiría mejor muy pronto. Así supe que él también era médico.
Patricio me sacó de la clínica y me llevó a la comisaría más próxima donde mediante un traductor trataron de comunicarse con las distintas embajadas de habla hispana para saber si había desaparecido alguna joven con mi aspecto.
Por el momento no había ninguna denuncia y seguía todo como al principio para mí, me estaba resignando a mi cruel destino cuando de pronto, algo pasó por mi mente, la imagen de un hombre mayor iba y venía en mi cabeza sin saber la razón ni quién era aquel hombre.
Se lo dije a Patricio, él me había dicho que era médico psiquiatra y que quizá podría ayudarme, que no me esforzara, pero que tratara de recordar.
Al llegar la noche de un domingo agotador, pero hermoso, le dije que no se preocupara por mí, seguiría caminando y quizá de a poco fuera recordando algo.
Me dijo que de ninguna manera me iba a abandonar sola en la calle, que me llevaría a su casa, su esposa estaba al tanto de todo porque él la había llamado para contarle qué estaba haciendo y ella estuvo de acuerdo en que fuéramos a su casa.
El auto de Patricio era grande y muy bien cuidado, sin ser lujoso. Llegamos a los pocos minutos y una agradable mujer de mediana edad nos estaba esperando, Patricio le dio un beso y me presentó como Pety.
Aún recuerdo la casa, de tamaño regular tan agradable como sus dueños, me invitaron a entrar y a pesar de no recordar nada me sentía segura.
Mélani, la esposa de Patricio me dio una toalla y ropa que, al ser de mi misma talla, me quedaba perfecta y me dijo que la bañera ya estaba llena y que me bañara para sentirme mejor, sonreí al verme en un espejo, aún estaba muy sucia.
Luego de un baño que casi me hace quedar dormida, me puse el pijama que me diera Melani y volví junto al matrimonio que me esperaba con la cena servida.
A pesar de no recordar nada, aquello era como estar en un hermoso sueño, me trataban como a una hija perdida y me hicieron sentir, a pesar de todo, feliz.
Durante varios días Patricio me llevaba a su consultorio para tratar de hacerme recordar, me recostaba en un enorme y cómodo sillón de terciopelo, muy suave que incitaba a relajarse.
La imagen del hombre misterioso se iba acentuando a medida que intentaba recordar, aunque el rostro de aquel hombre aún seguía siendo un misterio para mí.
El día que comencé a recordar me hizo entrar en pánico, ya no veía solamente a un hombre, una nueva imagen surgió en mi mente, una mujer y un niño.
Veía un bebé de pocos meses alimentándose de mi pecho y luego a una mujer llevándoselo con ella, todo era tan extraño, pero Patricio me decía que no me preocupara, que poco a poco sabríamos a qué atenernos con esas nuevas imágenes que cada día eran más nítidas.
Hasta que llegó el día que al mirarme en el espejo comprendí quién era.
Corrí al encuentro de Mélani que se encontraba cocinando y se lo dije, de inmediato llamó a su esposo y Patricio, dejando a otros pacientes en su consultorio, llegó lo antes posible a su casa.
Patricio, le dije, estoy recobrando la memoria, ahora sé quién soy y el porqué de donde me encontraba y de mi total aspecto descuidado.
De pronto era yo misma, Daniela, una joven paraguaya que había sido secuestrada por su esposo y dejada en tierras muy lejanas apartada de mi hijo para que desapareciera luego de tratar de matarme encerrándome, dada por muerta en un lugar tan lejano de mi tierra. Acompañado de un sicario pagado por él.
Tuve la suerte de perder la memoria debido a todo lo sucedido, pude escaparme y mi captor viendo aquello ni siquiera se molestó en seguirme, sin memoria jamás sabría qué fue lo que pasó, había cobrado por adelantado y para él el caso estaba terminado, pero había llegado el momento de volver a mi país y recuperar a mi hijo, sabía que mi esposo y su amante se sentían seguros, habían pagado para que me mataran y me llevaran a otro país para que jamás nadie me encontrara viva.
El destino puso en mi camino a Patricio y a Mélani, dos personas que sin siquiera conocerme hicieron que recuperara mi vida.
Hoy luego de cinco años vuelvo a Brujas con mi hijo, recuperé mi identidad y tanto mi esposo como su amante están presos, aún recuerdo el día que junto a un policía me vieron llegar a su casa.
Todo había terminado, mi memoria recuperada, mi vida recuperada y ahora nuevamente me encuentro en Bélgica, en Brujas, ciudad embrujada para mí llegando a la casa de Patricio y Mélani.
Esta vez no era una desconocida para ellos y al volver a verlos sentí que no podría jamás apartarme de su compañía y que mi destino estaba en esta ciudad de ensueño, ahora hablo francés al igual que mi hijo.
Soy periodista, al recobrar mi memoria lo supe y debido a mi trabajo, mi cuenta bancaria era, aunque fuera la causa de mi desgracia, abultada. Todo quedó atrás, quizá algún día vuelva a formar una familia, por el momento sólo quiero llevar a mi hijo a recorrer esas calles empedradas tan antiguas y hermosas y hacerle degustar esos chocolates deliciosos que son el orgullo de Brujas.
Omenia
19/8/2023

Texto agregado el 21-08-2023, y leído por 91 visitantes. (8 votos)


Lectores Opinan
25-08-2023 Muy lindo cuento, Ome. Por realidades y fantasías tu personaje nos va llevando de la mano por las calles de Brujas y entre brujas. Me gustan los chocolates. Un placer leerte. Abrazo grande Shou
22-08-2023 Son de película tus cuentos ome yosoyasi
22-08-2023 Un largo cuento que se hace breve y con una historia emocional y que termina felizmente. Abrazo Ome sendero
22-08-2023 —Dicen que hay brujas buenas y brujas malas, pero da gusto leer que estas Brujas con sus canales y encanto más la ayuda de buenas personas, le trajeron buena suerte a la protagonista de esta historia. —Un abrazo. vicenterreramarquez
22-08-2023 Que buena historia, tuvo un final feliz para la protagonista y su hijo, gracias a un amigo que encontró en su camino. Felicitaciones!!! spirits
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