Yace en esta losa dura
la atribulada Pilar,
condenada al abandono
y a la más cruel soledad.


La mató un bandolero
que le prometía amar;
mas nunca los vieron juntos,
la mató la soledad.

La convirtió en su musa
y dormía con la oficial.
Solo le dedicaba sueños
y se vino a marchitar.

Veinte años de abandono,
sin visos de se acabar
Le quebraron las entrañas
Y la abocaron al final.



Hoy repican las campanas
por la muerte de Pilar.
Las plañideras pregonan
sus desgracias y su mal.


Camino del cementerio
un ángel y el cura van.
El causante de la muerte
ni la vino a acompañar.

Un romance de cïegos
se canta por el lugar,
única señal de amor
que alivió su soledad .

Cuentan que esa misma noche
a él lo vieron en el bar,
coqueteando con otras,
ajeno a tanto mal.