El bar Lujuria

Por el centro de Lima, cuando los bares se atiborran de música comercial y las luces de colores bailan entre la gente bohemia, me dispuse a hacer algo diferente, para mí, pues realmente lo que iba a hacer, no era mas que un día nocturno de cualquier Limeño soltero.
Estábamos de a par, ya tenía quien me cubra las espaldas, mi amigo sugirió ir de frente como yendo a la av. Tacna y en la primera cuadra voltear a la derecha, ahí encontraríamos un bar llamado Lujuria, que romántico nombre pensé de forma burlona.

Caminamos y a cada paso la curiosidad se incrementaba, ¿qué es lo que puede ofrecer un bar con tal nombre?
En la puerta dos hombres, con pantalones de vigilantes, nos revisaron por si teníamos armas, pero nunca revisaron en nuestras mentes, es ahí donde llevábamos la artillería.
Bajamos un sótano que mientras se descendía, se volvía más oscuro, escuchándose cada vez más fuerte salsa sensual, abrimos las puertas como vaqueros, y logramos ver un nuevo mundo, un mundo oscuro donde las chicas acompañan a los bebedores que por alguna razón se volvieron inválidos para conocer mujeres en el mundo real.
Nos sentamos en dos bancos al borde de una barra, y pedimos una cerveza.
No lograba ver ninguna flor llamativa en ese salvaje y lujurioso jardín, hasta que en una esquina refulgía intensamente una joven mujer de vestido verde limón, que destacaba desde de lejos por el golpe de las luces de neón en su verde limón.
Ella me llamó la atención, y como si fuera un bar cualquiera, me acerque y le dije:
-Hola, te puedo invitar un trago -Ella dejó el chat de whatsapp un lado-
- "claro".
- Que trago quieres tomar.
-Whisky.
Ja, ja, ja, era el trago más caro, su plan era sacarme dinero como se les saca a los cajeros automáticos los fines de cada mes.
Pero era la aventura, ¿qué trucos podría tener esta jovenzuela?, me arriesgué teniendo de aval a mi amigo.
Nos pusimos a conversar, y ya no era el bar lujuria, sino un Starbucks, me contó que es lo que quería para sí, no pedía más de lo que una chica guapa normal desea de la vida, hicimos algunos juegos donde los dos quedamos encantados.

Y así paso dos horas y ya era suficiente; ella evitó usarme de cajero, me dio su número y me despedí.

-Este lugar no es para conversar, sino para paletear y si te la puedes llevar mejor.
-No puedo hacer eso, algo me lo impide.
- Eres un Gil.
Y es así como yo, que soy un Gil para esas cosas lujuriosas, hizo retirada, volviendo el bar a ser bar entre cervezas y chamas, y el centro de lima oscuro y sin miedo.

No dispuse a llamarla pronto, y pasado 2 meses ya no fue igual, no contestó, al parecer se retiró y dejó de ser de los bares y siguió estudiando diseño de modas.

Le iba a decir "al diablo el bar Lujuria", vamos a un Starbucks y el comentario de mi amigo hubierá sido "que Gil eres".
ja, ja, ja, y esa fue la única vez que me gustó ir a ese tipo de bares, pues pareció un Starbucks.