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Inicio / Cuenteros Locales / tsk / La eficacia antipsicótica de la picadura de los mosquitos..

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Uno.

Tardé bastante tiempo en adaptarme a aquella nueva vivienda. Se puede afirmar que uno es también la casa donde vive, formando parte de su estructura como lo pueda ser una puerta o una viga. Por ello, cuando alguien se muda, tiene que ver cómo la puerta o la viga encajan en la nueva estructura. No siempre ocurre, siendo frecuente que se añore- durante mucho tiempo- la vieja casa, como ocurre también con la cama. A veces, ni siquiera se produce tal adaptación, y uno no acaba de conciliar la existencia en la nueva vivienda.
Se enferma de nuevas dolencias, porque en la antigua estaban inmunizados, teniéndolas superadas.
Como si la salud y los nuevos aires fueran en el mismo lote, pudiéndose comprometer con los cambios. Otras veces, se culmina el proceso con éxito y así hasta el nuevo cambio de vivienda. En toda la existencia, suele acontecer tres o cuatro veces, lo que ocurre con los novios y las novias. Aunque hay quien no cambia nunca de casa, pudiéndose decir que muere con las enfermedades de la infancia.
La mía- infancia- fue bastante itinerante, pero creo que la circunstancia, sólo opera en la edad adulta, cuando uno viaja ya con todas su rémoras. Durante la infancia dan igual las nuevas geo-localizaciones, por ser todo novedoso, y qué más da una casa nueva que otra.
Luego, forma parte de la vida- la vivienda-, como una segunda piel, de las más recónditas estancias del alma. Y no es fácil adaptarse, hasta el punto que afloran dolencias ya superadas. Como si los rincones novedosos no lograran vencer las viejas pruebas.


Prueba el hecho que algunos ancianos mueren al poco de estrenar asilo (lo que, pomposa y eufemísticamente, se llama hoy residencias de tercera edad). No es por tristeza, como mucha gente cree. La melancolía puede ser un añadido, pero la causa determinante es el shock repentino- no estudiado por la ciencia, que representa la nueva localización, como si la costumbre del lugar fuera determinante, desconociéndose las circunstancias médicas o científicas precisas, pero de una indudable virtualidad práctica.

Dos.

Y viene al cuento la historia por los hechos que les narraré. Fue cambiar de habitáculo e instalarse la ansiedad en mi cuerpo. Teóricamente el cambio había sido a mejor: una casa más nueva- quizá mejor decir, menos vieja-, más amplia, pero fue terminar la mudanza, situar los muebles, y al unísono empezar un extraño reconcomio de arriba a abajo. Y ello hasta el punto de tener que consultar un psicólogo, por no hacerme dueño de mí mismo en la nueva casa. Como de aquella cháchara obtuve pocos resultados prácticos, acabé con un médico privado, que me recetó valium diez y se lavó las manos. Y el caso fue que recobré el dominio de mi persona y lo que es más importante: el sueño. Al año o así, sin embargo, empezó de nuevo a alargarse el periodo de vigilia y las vueltas en la cama por la noche. No me pareció de recibo aumentar la dosis, pues al cabo de otro tendría que volver a las andadas. Y ahí es donde empezó mi actividad detectivesca so pena de verme involucrado en una adicción farmacológica. La vieja casa seguía vacía. Nadie había aguantado aquella plaga. Y era que lindaba unos terrenos pantanosos y por más que se redujo el precio del alquiler, pocos duraban una semana entera. Era verano y estaba de vacaciones. Algo me decía que la solución estaba en la propia casa. Pese a la reticencia del dueño, la alquilé por un mes. Un mes que se convirtió en un año y, más tarde, en un periodo indefinido. La primera noche no, la segunda, volví a conciliar el sueño. Me levanté con rojeces y ronchas por todas partes pero dormido.
No me quedó sacar más conclusión de que aquellos mosquitos tenían, al menos para uno, eficacia ansiolítica.

Texto agregado el 28-11-2023, y leído por 113 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
01-12-2023 Interesantes estos mosquitos. TETE
30-11-2023 Interesante, una patología resultante de cambiarnos de hábitat. Mira que puede ser, eh. El final me dio gracia. Divertido relato, Tsk. Dhingy
30-11-2023 Que buen texto. Los mosquitos molestan menos ,que el hecho de dejar lo que uno siente que le pertenece desde siempre. Es inevitable preferirlo***** Un saludo Victoria 6236013
29-11-2023 He vivido esa angustia. Me gustó tu cuento. yosoyasi
 
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