Abrí la puerta y de nuevo los nervios en contra de mi actuaban. Llego con su mirada intensa e iluminada, sus cabellos lacios largos y recogidos, su barba poblada, su sonrisa resbalaba.

Lance mis brazos a tientas, sobre el, con tanta fuerza que ahogaba, entre el ausente equilibrio y los instrumentos con los que en ese entonces con mi fractura medio caminaba.

Me observo con detenimiento, creo que en ese momento yo lastima le daba, me trajo cosas ricas, frutas y chocolates, su aroma el lugar lo impregnada.

Vestía diferente, lucia mas arreglado, tal vez no había nada distinto, solo que yo, hace ya casi dos meses, que no lo miraba.

Estuvo por poco, tal vez, solo dos horas, ese día hacía el trabajo marchaba, su lugar de residencia otra región ocupaba, esos días casualmente en la mía estaba.

He de decir que aunque en palabras yo fluyó, en acciones a veces me detengo, debí haberle besado, y así la incertidumbre haberla acabado.

Un día en que el humo y la hoguera estaba más ávivado, comentó bromeando que se había salvado ese día de haber sido profanado.

Han habido días de llamas en la lejanía, han habido momentos de fuegos no consumados, chispeantes, mensajes humeantes.

Esta vida mía, rápido cambia, lo que en espacio de un año, a muchos le aguarda, a esta vida, en un mes, ese espacio traspasa y no aguarda.

Hipótesis múltiples muy dentro me pueblan, silencios tormentosos me llueven. No he entendido nada, aun no comprendo del todo.

Cada noche en lo onírico le encuentro, su energía está siempre presente, protege, en otras tierras y dimensiones conmigo el converge, me inspira, me orienta.

Aunque el soñado viaje sea largo, en la India o en la Antártida le encuentro, así como en carteles, canciones y vinos reaparece.

Sembré semillas y a la espera me encuentro que crezcan y florezcan.

Siempre han crecido, pero fuera de mis tiempos.

En este ahora y momento vuelco la esperanza de que semillas, esta vez crezcan y que sucedan dentro de mi cairos, dentro de mí propio espacio y tiempos.

Porque cada primavera, aunque cíclica, se acerca al retorno del reencuentro, al final de mi propio cuento.