ATADURAS
Durante muchos años conviví con mi novia, hoy mi ex. Fueron en verdad muchos momentos felices, cómo también muchos tristes. Aunque, haciendo un balance entre lo feliz y lo triste, aventaja lo malo, y tan cierto que al descarnar los acontecimientos vividos fluyen como en arteria rota los problemas. Nunca entendí durante todos esos años, por qué éramos tan infelices. Jodía por todo y nada le parecía adecuado. Siempre tenía una mirada que atemorizaba y terminaba manipulado por sus pretensiones. Pero, pasaron los años y se fue debilitando, día tras día perdió fuerza hasta caer consumida en su propio tormento. La separación era inminente, no había marcha atrás y yo cada vez más me sentía liberado, más fuerte. Empecé a visualizar las cosas más claras y podía percibir el ambiente exterior con más naturalidad. Del amor al desprecio y al final del romance una inmensa alegría y una gran sensación de tranquilidad me cobijaba. Las expectativas estaban puestas en la separación, solo paciencia necesitaba, para esperar el momento y poder escapar. Cuando llegó lo esperado me fui de su lado para nunca regresar, las ataduras estaban rotas ya no había nadie que me obligará a nada, era libre, pero aún continuaba ignorante de quién era ella.
Se me ocurrió investigar esta conflictiva situación, para saciar mi curiosidad o mis dudas respecto a la amargura que nos reprimió los últimos tiempos.
Una noche mientras revisaba algunos documentos antiguos descubrí lo impensable, no quién era ella, sino quien era yo. En unas fotos vi a mi exnovia amarrando a un demonio, lo que quería decir que ella ataba a diablos y los sometía a sus caprichos hasta que su cuerpo se agotaba. Me sorprendió mucho al saber que yo era uno de esos demonios, quien volvía a la libertad y tenía la potestad de hacer con mi vida lo que me viniera en gana, así que lo primero que hice fue ejercer mi soltería e irme al bar y emborrarme. Tener sexo con varia damas de los prostíbulos y gozarme mi libertad de lo lindo. Que hermoso es ser un demonio, jejeje.

7/01/2024