BOHEMIA


(Dedicado por “causalidad” a Máximo (ISLERO) en agradecimiento, y por su aniversario)

Cae en mis manos la revista cubana “Bohemia” y al hojearla, por esos propósitos insondables, que nunca conseguiremos explicarnos, la lectura me lleva a Ernesto González de Valdivia, pintor y artista, y a la entrevista que le hace Luis Sexto ¡Vaya nombre! Parece casi la presentación de un rey. Me adentro en la lectura y me aparece “Un caballo de raíz : Yo veía una raíz y decía a la gente: ahí hay un caballo. Y respondían: no vemos nada. Pues sí, decía yo, ahí hay un caballo y voy a quitarle lo que le sobra. Y la fantasía del niño visionario ganaba el insulto de ¡bobo! ¡loco! con que la incomprensión de aquel medio se desentendía de un talento, que buscaba un hueco por donde escabullirse al horizonte”.

A Ernesto González de Valdivia le gustaba pintar, pero en su tierra la música era el arte y se apreciaba más al que tocaba el timbal.

En su artículo, nuestro rey: Luis Sexto –le pregunta-: pero te decidiste por la pintura. Y Ernesto le responde: Fui en contra de la corriente y por eso me dieron más golpes.

EL COLOR ETERNO.

“Un día que ya no precisa, vio a su padre pintar el bohío familiar con una especie de lechada hecha a base de esa tierra amarillenta y pegajosa que llaman cocó. Entonces lo inspiro su facilidad para concebir ideas sobre lo borroso y lo recóndito. Y pensó que podía ser utilizada como técnica para la pintura artística” Largos años estuvo en su búsqueda del resultado hasta que fue llegando a conclusiones. Le volvieron a llamar “loco” y cuando consiguió los pigmentos, llenando de matices los colores, le preguntaron: ¿ Y la fijación del color? Y Ernesto repetía: la tierra no se decolora. Y ellos insistían: ¿Y la durabilidad de la textura? Y Ernesto, sin perder la paciencia, respondía : cuando tenga 80 años podré darle un dato más seguro.

ALEGRAR EL CORAZÓN.

“Ernesto afirma que la gente tiene razón. Dice que estoy loco. Lo creerías si me vieras.....” Y sigue... no hago bocetos, porque cuando voy a repetirlos estoy vacío, me descargo en el boceto. Y continúa “ Y si es un paisaje campesino necesito del silencio y de la primavera; en invierno prefiero pintar flores y mariposas. Y en los cambios de estación me brotan temas fantasiosos, cosas abstractas, pero cuando estoy deprimido no pinto; aprovecho las motivaciones alegres, pinto para alegrar el corazón del hombre y el mío y comprendo que jamás superaré a la naturaleza; sólo le pongo la ropa de salir, es como una muchacha maquillada y vestida: es ella y también otra.”






¿No creo que estés loco, Ernesto?

“Ni yo tampoco; es un decir. Quizás la gente deje de llamarme loco cuando comprenda que soy un hombre convencido de que en la vida hay una colmena que necesita de mis manos para formar su panal”.

Gracias, Máximo, por contar con tus manos. Besos