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Inicio / Cuenteros Locales / Lown / Donde el Destino nunca nos quiso llevar

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Dos horas han pasado desde que llegue a Nuwhe, dos horas. Tuve que quedarme en la hostería de pueblo estación, no me quedo otra alternativa, puesto que cuando llegue era un poco tarde y el dueño de los caballos no estaba en ninguna parte, así es que entré a pedir una habitación. El edificio es excesivamente viejo, pero en muy buen estado. Entré a la recepción, había una pareja de jóvenes viajeros, un hombre de gruesos y oscuros bigotes y larga barba, vestido con una gabardina negra, bastante alto a decir verdad, me llamo mucho la atención por su intimidante aspecto. También había un hombre de avanzada edad, parecía ser un campesino por la forma de vestir y el barro en sus botas, una mujer de mi edad al parecer, vestía unos pantalones de cuero grueso, una chaqueta, botas y otros, pareciera que esta preparada para un viaje difícil, lo que mas me llamo la atención fue su belleza, era de tez blanca, cabello negro un tanto ondulado, ojos verdes, la cara muy fina y de muy hermosa figura. No vi hacia donde fue, pero por lo menos sé que pidió una habitación.
La sala de la recepción estaba bien adornada para ser de un pueblo tan pequeño, debe ser al hecho de que solo llega gente aquí para dormir y luego continuar sus viajes. Unas plantas extrañas, unas pocas ventanas que no iluminaban mucho y un olor a tierra y hojas mojadas. Cuando me acerque a la mesa de la recepción un hombre de mediana edad aunque calvo, con voz ronca me pregunto:
-¿Si?
-Necesito una habitación
-Bien, ¿viene usted solo?
-Si, solo traigo esta maleta y el bolso
-No cobramos por equipaje
-Claro…

Me hizo esperar un buen rato, anotando cosas en un cuaderno y buscando las llaves. Noté que no tenia mucho interés, tal vez esta reemplazando a alguien o esta fuera de turno.
-Tome la habitación 14, esta subiendo la escalera, es la última del corredor. Aquí tiene las llaves, no tenemos ayudante por lo que tendrá que subir su equipaje solo.

Tomé mis cosas y subí, el pasillo estaba muy oscuro, estaba iluminado por unas pequeñas lámparas en las paredes que dispersaban una tenue luz naranja y dorada. Un pasillo bastante largo y angosto, debían haber unas cuatro piezas y nada mas, también olía mucho humedad. Entre a mi habitación, era pequeña pero útil, tenia una ventana que miraba hacia un sendero que se suponía el que yo debía recorrer para llegar a Darrow. Este sendero se encarnaba en un bosque que me estremeció, los árboles secos y grises, la hierva larga y triste, decadente, tenía una niebla suave que amenazaba con un millón de horrores que el vidente por su propia cuenta empezaría a maquinar. Además de la cama y la ventana, tenia un velador donde reposaba una lámpara que iluminaba vagamente el poco acogedor lugar. También constaba de un escritorio, en el cual escribo mi diario. Estoy con un poco de hambre, iré a buscar algún lugar donde podré comer algo.

Ya es tarde y me siento tanto mareado, la comida fue buena, no pensé que este hotel tuviese un comedor también. Después de dejar de escribir, trate de esconder la maleta con los libros, o hacer menos obvia su ubicación. Baje y me encontré con las mismas personas de la tarde, habían caras nuevas, un sujeto con apariencia aventurera y una mujer que aparentaba lo mismo. Pude verificar que eran rusos, por su asentó y aspecto. Me senté en una mesa cerca de una ventana y para mi sorpresa esta daba al espantoso bosque.
Me quede perplejo mirando ese escenario, hasta que empezó a gustarme. Sentí que la silla restante de la mesa se movía, y rápidamente mire que estaba pasando. Era la mujer de la recepción. Que grata sorpresa.
-Hola, veo que te fascinado el bosque –dijo con una voz tan dulce que me quede aturdido por un momento.
-Eh, si. –No supe decir nada más.
-Soy Helena.
-Rafael, mucho gusto.
-Es hermoso aquel bosque.
-Si, mucho (No sé porque realmente dije eso, es decir, me llamaba la atención, pero hermosos no era)
-Mañana debo recorrerlo, se supone que lo haría hoy, pero no llego el dueño de los caballos y tuve que hospedarme aquí.
-Yo también debo recorrerlo mañana, y se supone que lo haría hoy.
-¿Para que quieres llegar a Darrow?

En ese momento pensé: o ese sendero solo lleva Darrow, estoy volviéndome esquizofrénico o me están persiguiendo realmente con un hermoso señuelo. Lo peor es que me costo mucho elaborar una respuesta, por lo que disfrace mi pausa con la excusa de que estaba aturdido por ella.
-Bueno, este… Para... o disculpa, no suelo comportarme así.
-Descuida, debe ser el cansancio del viaje.
-Si, eso debe ser. Pero bueno, estoy aquí porque… ¿Cómo sabes que voy a Darrow?
-Porque ese sendero solo lleva a Darrow.
-Ah, claro. Bueno, voy al susodicho pueblo porque me interesaría ver sus peculiares supersticiones.
-Interesante, yo voy a buscar a Gabriel Salvatore, dicen que lo vieron en ese lugar por última vez.

Esto esta más enredado de lo que pensé. Esta mujer seria algo más que un pasaje en mi búsqueda, no pensaba decirle que yo tenía su diario en mi poder.
-Si claro, el investigador, ¿Por qué quieres saber su paradero?
-Me llamo Helena Salvatore, busco a mi hermano.
-Oh, claro, eso lo explica todo.

Luego comimos algo, hablamos de cosas banales y cada uno se fue a su habitación correspondiente. Revise todo muy minuciosamente, nada estaba fuera de lugar. El bosque me mira muy amenazante, no quiero pensar que son las cosas que se ocultan ahí. Además estoy en las cercanías de un pueblo tan maldito como el mismo infierno. La noche oscura no deja ver que es lo que el bosque oculta, y la niebla se hace muy densa y pesada. Me iré a dormir.

Me levante muy mal esta mañana, desperté sudando y mareado. Tuve una horrible pesadilla. Estaba cayendo por un torcido túnel de sangre que se movía y ajustaba a mi aleatoria caída. Gritos y chillidos de invisible procedencia me llamaban sin decir nada. El túnel se movía grotescamente hasta llegar a una habitación metálica, oxidada y fría. Aquel cuarto se iluminaba por luces que no venían de ninguna parte, y escuchaba los gritos del túnel. Escuchaba los aullidos que me llamaba, trate incorporarme pero vi que unas manos esqueléticas con carne rasgada y podrida me aferraban al suelo, mi corazón palpitaba fuertemente, estaba por explotar, luego me fije en que las paredes no estaban oxidadas estaban cubiertas con sangre seca, ilustrando unas horribles runas, hasta que pude leer claramente Ghwy’hn, en su mas horrible escritura. El libro apareció frente a mí, pero su cubierta era distinta, estaba forrado en cuero, el libro flotaba ante mí, vivía ante mí. Una puerta que no había visto se abrió lentamente, mientras las luces parpadeaban en lapsos grandes, dejándome en la oscuridad por mucho tiempo y luego volvían, y así, por no se cuanto tiempo. De la puerta apareció un hombre, parecía ser palestino, vestía un turbante y una túnica, toda manchada en sangre también, no pude ver su cara hasta que estuvo lo bastante cerca, su cara pálida como la nieve carente de mandíbula, sus ojos blancos escondían las pupilas y una enorme lengua que llegaba hasta los pies eran el único ser que pude ver. Empezó a emitir unos sonidos indescriptibles, jadeaba y vomitaba sangre, batía sus brazos y se movía frenéticamente torciéndose de la más grotesca manera. Luego pudo articular unas palabras: Ghuwë luthf Okhnom. El ser abrió su cabeza y me trago, llevándome al túnel de sangre nuevamente, pero esta vez mi viaje fue lateral y llegue a un lugar cuyas estructuras no podían ser construidas en el mundo terrestre, distanciaban mucho de la geometría euclidiana. El mundo sombrío y enorme, pilares de colosales magnitudes parecían moverse en todas las direcciones, mientras tambaleaban y gritaban. Escuche nuevamente las palabras Ghuwë luthf Okhnom. Y todo se cerró y nublo. Abrí los ojos y caí por unos de los pilares, la altura me espanto y caí por mucho tiempo hasta que logre despertar de un salto sobre la cama.

Me apresure en vestirme, tome mis cosas, pague la hostería y me fui. Arrendé el caballo por unos días, no me fije si Helena estaba por ahí, no habían huellas de herraduras, no me importo mucho, solo procure de irme rápido hacia Darrow, sentía que perder tiempo era lo peor que podía hacer.

Dude antes de internarme en el bosque, la niebla me decía que me fuera, pero el deseo del conocimiento era aun mayor, forjando mi coraje en herraduras cabalgue lo mas rápido posible. Mientras me internaba en el escenario de la muerte escuche una melodía, una voz que cantaba desde las ramas, no le hice caso y seguí mi camino, la sinfonía de los horrores continuaba, las voces de los muertos me llamaban en todo instante, los cuervos negros como los abismos de mis sueños aguardaban a mi desequilibrio y llamar a los seres que esperaban su llamado. Avanzaba a galopes rápidos, sentía el golpeteo de las herraduras en mis propios pies. El canto me perseguía con una velocidad mayor a la mía, cerré los ojos por un momento y esperé. Todo estaba negro, luego de unos segundos los abrí.
Tome las riendas del caballo, dudando nuevamente entré en el bosque.

Texto agregado el 29-03-2005, y leído por 92 visitantes. (0 votos)


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