Cómo sacarte, botarte, si sos mi piel, y mi aliento, si te siento en el olor de mis poros, inflamados por tu tacto, si mis uñas están llenas de los pedazos de amor que me dabas. Esas tardes eternas en que nos amábamos con los dedos...



Cómo zafarte, si mis pupilas grabaron tu imagen en esa foto perfecta... tendré que arrancarme los ojos para olvidar tu figura, pero aún seguiría recordando el aroma que te acompañaba... seguiría tocándote en mi mano y oyendo tu dulce voz, maldita...



Cómo matarte, aún sin nada, seguiría amándote, tendré que clavarme un cuchillo -por la espalda, como todo lo tuyo- para dejar de reconocerte en mí y asesinar tu presencia indeleble. Me marcaste/me mataste.



Cómo ignorarte y no sentir el dolor de tu huida, tus excusas –siempre las mismas- te fuiste corriendo sin esperar recibir de mí lo que te merecías... cómo despedirme si me dejaste con los labios entreabiertos, con mi mano estirada, con mis oídos atentos... Maldito, ese espacio que dejaste en blanco, no logro llenarlo ni con tus mejores recuerdos.



Cómo...decime cómo no impregnar de mi odio este poema si te amo tanto que llego a odiarte cuando te vas... sos la causa de este hueco, sos la causa del sabor salado de mi boca y el temblor, de este amor enfermizo que me duele en la garganta. Te llevo en mi sangre, y cuando te vas me falta la vida.